Mil gracias.
Me has hecho recordar a dos personas muy queridas con tu blog: mi tía Sofía Blasco y su hijo Jaime (Muñoz de Baena).
“Escribo como terapia, para estar en paz con el mundo exterior y conmigo misma. Escribo para conservar mi identidad, para seguir siendo quien soy, Sofía Blasco Paniagua, española, republicana, antifascista y católica. Escribo para dejar este testimonio de vida a mi hijo...” *
La tía Sofia era hermana de mi abuela Aurora y resultaba todo un acontecimiento tenerla en casa pues, además de ser simpatiquísima, contaba mil historias interesantes y divertidas y tenía un volumen impresionante. Tanto así, que en cuanto yo subía un poco -o un mucho- de peso (frecuente en mi), mi padre usaba la referencia de la tía para que me cuidara pues esta, al subir un brazo, de la barbilla a la silla le colgaba un jamon de epopeya."Acuérdate de tu tia Sofía," me amonestaba papote, por aquello de que no fuera yo a acabar con el "estigma de los Blasco". (Desgraciadamente lo sufro.)
En casa había un libro sobre la guerra civil escrito por Sofía pero, la verdad, no tengo idea de donde quedo o si alguno de mis hermanos lo tiene . . . He de preguntarles y pedirle a los primos Guillermo y Javier que me lo presten para sacarle una copia.
La verdad es que no tengo ni idea de cuando murió la tía pero seguramente fue durante nuestra larga estancia (6 años) en Washington donde mi padre trabajo en el ahora odiado Fondo Monetario Internacional.
Por lo que hace a Jaime, vivió una larga vida y nos lleno de alegria siempre que teníamos la suerte de verlo. Yo solia invitarlo siempre que habia reuniones familiares y en otras ocasiones, el me invitaba a a comer temprano en algún restoran simpatico del rumbo y no paraba de reirme de sus ocurrencias o interesarme con sus aventuras.
Algo que nunca olvidaré es mi primera "cita cultural" con mi entonces novio -luego marido- a quien quise cutivar e insistí en llevarlo a la opera en Bellas Artes. Le iba a ser fácil la tortura pues se trataba del Barbero de Sevilla y se lo puse mas fácil aún, dejándole sólo en un acto la tortura para después irnos a Sanborns a cenar algo.
Jamás pensé que allí estarían Jaime y Amparo con sus inseparables amigos Javier de Oteyza y su mujer.
Al presentarlo a la concurrencia, Jaime no tardó en soltar su perorata:
"¡Hombre!, que gusto que estés saliendo con esta chica!" . . . . " la familia bien. . . todos dedicados a la prostitución, pero a ella la mandaron a Tapachula a un convento y parece que fue estupendo."
...y asi siguió algunos minutos más hasta que logramos escapar y Chucho no salía de su asombro, es más, creo que nunca salió de él, pero aprendió a reirse de las locuras del tio Jaime y acabó estimándolo.
Ahora bien, no se a quien le dejo la trompeta con la que a todos nos engatuso diciendo que nos la iba a dejar en su testamento.
* Martin Casillas blog 27 de febrero 2021