Desde la creación del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, muchos nos preguntamos ¿Y por qué no una Secretaría de Cultura?
Pensando en Malraux, nos decíamos que con una Secretaría nuestra cultura podría tener la protección y promoción que merecen las artes tanto en el país como en el exterior y haría de México un país orgulloso de lo que es y ha sido.
Nuestro pasado prehispánico y colonial son Patrimonio de la Humanidad, así como nuestra gastronomía; en las letras contamos con un premio Nobel e incontables literatos de renombre. Hoy, nuestros cineastas son reconocidos mundialmente y las artes plásticas, la música y la arquitectura han estado y están en la vanguardia.
Desde los primeros años de CONACULTA, los adeptos empezamos a ver sus frutos con varias incursiones en el exterior y programas como México: una Obra de Arte -que acompañó la gran exposición Esplendores de Treinta Siglos en el Museo Metropolitan de Nueva York y, posteriormente, en San Antonio y Los Ángeles; como país invitado en la Feria del Libro de Frankfurt; y Europalia, en Bélgica y Holanda.
Desde entonces, la institución ha cumplido con la tarea en la medida de sus posibilidades con el apoyo del estado y, en ocasiones, de la iniciativa privada. Las becas y apoyos a los creadores y la excelencia de nuestros artistas e intelectuales han permitido "fomentar y estimaular la creación artística en todas sus manifestaciones" y las negociaciones internacionales nos han permitido seguir presentes en el mundo con grandes exposiciones disfrutadas por muchos.
Hace unos días, con motivo del Informe del Presidente Peña, la creación de dicha Secretaría se convierte en realidad y aquellos que la considerábamos importante exclamamos "¡Al fin!".
La cultura, recalcamos, no debe depender de la Secretaría de Educación, pues significa que el presupuesto asignado a CULTURA, acaba destinándose a aquellos rubros que Educación considera de mayor importancia y no quisiera meterme en esos por mayores en este momento.
No obstante, muchos difieren de la decisión: "¿Como hablar de una nueva Secretaría que implica una ampliación de la burocracia cuando tenemos que apretarnos el cinturón?"
Pienso que los burócratas de las áreas culturales del país -muchas de ellas aglutinadas por CONACULTA- pueden perfectamente reubicarse. Aún cuando la tarea no será fácil y habrá que enfrentar intereses creados, se puede ir haciendo.
A los detractores deseo decirles que la cultura es, por antonomasia, aquello de lo que podemos enorgullecernos y que su promoción y difusión resulta prioritaria sobre todo en estos momentos en que la discusión publica aquí y en el exterior se basa en nuestros hierros y fracasos.
Esperamos que la nueva Secretaría de Cultura se comprometa y esté dedicada exclusivamente a ello.
Pensando en Malraux, nos decíamos que con una Secretaría nuestra cultura podría tener la protección y promoción que merecen las artes tanto en el país como en el exterior y haría de México un país orgulloso de lo que es y ha sido.
Nuestro pasado prehispánico y colonial son Patrimonio de la Humanidad, así como nuestra gastronomía; en las letras contamos con un premio Nobel e incontables literatos de renombre. Hoy, nuestros cineastas son reconocidos mundialmente y las artes plásticas, la música y la arquitectura han estado y están en la vanguardia.
Desde los primeros años de CONACULTA, los adeptos empezamos a ver sus frutos con varias incursiones en el exterior y programas como México: una Obra de Arte -que acompañó la gran exposición Esplendores de Treinta Siglos en el Museo Metropolitan de Nueva York y, posteriormente, en San Antonio y Los Ángeles; como país invitado en la Feria del Libro de Frankfurt; y Europalia, en Bélgica y Holanda.
Desde entonces, la institución ha cumplido con la tarea en la medida de sus posibilidades con el apoyo del estado y, en ocasiones, de la iniciativa privada. Las becas y apoyos a los creadores y la excelencia de nuestros artistas e intelectuales han permitido "fomentar y estimaular la creación artística en todas sus manifestaciones" y las negociaciones internacionales nos han permitido seguir presentes en el mundo con grandes exposiciones disfrutadas por muchos.
La cultura, recalcamos, no debe depender de la Secretaría de Educación, pues significa que el presupuesto asignado a CULTURA, acaba destinándose a aquellos rubros que Educación considera de mayor importancia y no quisiera meterme en esos por mayores en este momento.
No obstante, muchos difieren de la decisión: "¿Como hablar de una nueva Secretaría que implica una ampliación de la burocracia cuando tenemos que apretarnos el cinturón?"
Pienso que los burócratas de las áreas culturales del país -muchas de ellas aglutinadas por CONACULTA- pueden perfectamente reubicarse. Aún cuando la tarea no será fácil y habrá que enfrentar intereses creados, se puede ir haciendo.
A los detractores deseo decirles que la cultura es, por antonomasia, aquello de lo que podemos enorgullecernos y que su promoción y difusión resulta prioritaria sobre todo en estos momentos en que la discusión publica aquí y en el exterior se basa en nuestros hierros y fracasos.
Esperamos que la nueva Secretaría de Cultura se comprometa y esté dedicada exclusivamente a ello.
1 comentario:
Tere Márquez siempre dedicada a promover la cultura, la felicito y aprovecho la oportunidad para congratularme de haber leído en estos días su más reciente libro "LA CAJITA DE PASAS" que ha sido un gozo para los que acostumbramos leerla.
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