En la cena que el Presidente Reagan ofreció al Presidente de la Madrid y su esposa Paloma, a fines de mayo de 1984 me tocó sentarme junto a Jim Baker, entonces Chief of Staff (o sea jefe de la oficina de la presidencia), Kika de la Garza, diputado demócrata por Texas y Maureen Reagan, hija del primer matrimonio de Reagan con Jane Wyman. Debí sentirme muy halagada pero el resultado fue nefasto.
El señor a mi izquierda, es decir Jim Baker quien luego sería Secretario del Tesoro (Hacienda) y de Estado con el primero de los Bush (aún personaje muy apreciado por los medios estadounidenses y el sector político), tuvo a bien agredirme desde el momento que senté.
Su problema era despotricar contra el Grupo Contadora que, abanderado por México y Colombia, varios premios Nobel (Gabriel García Márquez, Alfonso García Robles y Alva Myrdal), además de Olof Palme, promovía la paz en Centroamérica actuando como mediadores por los conflictos armados en Guatemala, El Salvador y Nicaragua, que amenazaban con desestabilizar toda la región.
Esto no le parecía a Estados Unidos pues se oponía a reconocer al gobierno de Nicaragua y a renunciar a las intervenciones militares unilaterales en el área.
Yo, que nada tenía que ver en el asunto, me la llevé enterita. (And there I stood with my piccolo.°) Fué tal la agresión de Sr. Baker que hube de decirle:
"I don't want to talk any more with you".
Me di media vuelta y empecé a hablar inmediatamente con Kika de la Garza que, encantador y seguramente azorado por mi arrojo, me acompañó el resto de la cena.
° Viejo cuento del rey que, encantado con el concierto que le había ofrecido cierta orquesta, decidió llenar los instrumentos de los intérpretes con monedas de oro, y ahí estaba el tonto del lugar que lo que tocaba era el piccolo.