martes, 12 de abril de 2016

CENA EN LA CASA BLANCA


En la cena que el Presidente Reagan ofreció al Presidente de la Madrid y su esposa Paloma, a fines de mayo de 1984 me tocó sentarme junto a Jim Baker, entonces Chief of Staff (o sea jefe de la oficina de la presidencia), Kika de la Garza, diputado demócrata por Texas y Maureen Reagan, hija del primer matrimonio de Reagan con Jane Wyman. Debí sentirme muy halagada pero el resultado fue nefasto. 
El señor a mi izquierda, es decir Jim Baker quien luego sería Secretario del Tesoro (Hacienda) y de Estado con el primero de los Bush (aún personaje muy apreciado por los medios estadounidenses y el sector político), tuvo a bien agredirme desde el momento que senté. 
Su problema era despotricar contra el Grupo Contadora que, abanderado por México y Colombia, varios premios Nobel (Gabriel García MárquezAlfonso García Robles y Alva Myrdal)además de Olof Palme, promovía la paz en Centroamérica actuando como mediadores por los conflictos armados en Guatemala, El Salvador y Nicaragua, que amenazaban con desestabilizar toda la región.
Esto no le parecía a Estados Unidos pues se oponía a reconocer al gobierno de Nicaragua y a renunciar a las intervenciones militares unilaterales en el área.
Yo, que nada tenía que ver en el asunto, me la llevé enterita. (And there I stood with my piccolo.°) Fué tal la agresión de Sr. Baker que hube de decirle: 
         "I don't want to talk any more with you".
Me di media vuelta y empecé a hablar inmediatamente con Kika de la Garza que, encantador y seguramente azorado por mi arrojo, me acompañó el resto de la cena.


°  Viejo cuento del rey que, encantado con el concierto que le había ofrecido cierta orquesta, decidió llenar los instrumentos de los intérpretes con monedas de oro, y ahí estaba el tonto del lugar que lo  que tocaba era el piccolo.

jueves, 7 de abril de 2016

RECUERDOS DEL SIGLO PASADO

Los recuerdos me vienen debido al fallecimiento de Nancy Reagan hace unos días pues la señora no me caía nada bien y al leer lo que relatan los distinto medios estadounidenses, me doy cuenta de que no soy la única que la malquería. 
Les cuento.
Por ahí del mes de mayo de 1984, tuve ocasión de acompañar a mi marido, entonces Secretario de Hacienda, a la visita que haría a acompañando al Presidente Miguel de la Madrid y su esposa Paloma a Washington, donde los recibirían Ronald Reagan y Doña Nancy en la Casa Blanca.




La visita comenzó con los consabidos discursos en el Jardín de las Rosas (Rose Garden) para luego, con el Presidente y sus acompañantes -y esposas- los Secretarios de Relaciones Exteriores, Hacienda y Comercio pasar a un saloncito a una plática de los Reagan con sus invitados. 
Lo curioso es que Nancy dió órdenes a un ujier para que a las señoras nos sentaran aparte y no nos dirigió ni una palabra, lo que, para nuestras pulgas. . .
En fin. 
Al día siguiente, el Presidente y sus acompañantes asistían a una reunión mañanera con el Washington Post. Yo, mientras tanto, desayunaba y leía ese diario en el cuarto cuando, al ver los monitos de la última página del diario -pues me encanta Doonesbury de Garry Trudeau-, me encuentro con un artículo incendiario del articulista Jack Anderson en que habla pestes de México y de su presidente. Obvio que yo era la única que se había adentrado en los monitos del Washington Post y por supuesto se lo comenté a mi esposo antes de la consabida reunión. No me enteré de lo que pasó al respecto y me extraña mi falta de curiosidad o inusual discreción.


P.D.  Ando de floja y veo que mis entradas cada vez son más . espaciadas. Razones han habido: rotura de húmero, luego de muñeca con lo que el brazo derecho está hecho un asco, gripes prolongadas, en fin, me temo que tengo un ataque de vejez.