jueves, 30 de septiembre de 2010

¿Y TIZAPÁN QUÉ?

Desde hace tiempo, las autoridades delegacionales se han dedicado a cargarse las pocas colonias tranquilas que existen en nuestra ciudad. Lo vemos, por ejemplo, en San Pedro de los Pinos donde empiezan a proliferar los edificios en lo que antes se llamaban colonias de viviendas unifamiliares. Lo mismo sucede en Tizapán -donde yo vivo- donde por sus calles es raro que puedan transitar dos coches a la vez, las aceras son casi inexistentes y, cuando las hay, los arbolitos plantados las han convertido en vías de obstáculos que las vuelven inservibles para el paso peatonal. Como en todo el Distrito Federal, en temporada de estío llegamos a carecer de agua y los repulsivos camiones de la basura van recogiendo -y a la vez tirando- montones de desperdicios en pocas de sus estrechas calles. Sabe Dios cuantos microbios se esparcen a nuestro alrededor.

Desde hace varios meses escribí en este medio que la Delegación Álvaro Obregón se ha empeñado en convertir a Tizapán en una colonia de alta densidad demográfica y tuvo a bien aprobar, entre otras muchas obras, la construcción de tres edificios de departamentos de 6 pisos en la calle de Aldama que carece de aceras y difícilmente deja pasar los camiones de gas. Los vecinos hemos acudido a la Delegación miles de veces sin resultado alguno. Por ello me regocija la idea de que se empiece a demoler la estructura de Millet 72.

Pero, ¿tendremos la misma esperanza lo tizapeños? Ya se demolió una antigua casa en un predio grande de la calle de Rancho la Palma a contra esquina de la escuela. Allí la vialidad es mayor pero todas las salidas son embudos. ¿Qué nos espera?

martes, 28 de septiembre de 2010

lunes, 27 de septiembre de 2010

SIN PALABRAS


Del New York Times, esta ilustración de Christoph Niemann que representa las opiniones de todos los lectores cuyos puntos de vista difieren a menudo de las opiniones del periódico y se llaman op ed, esto es: opuestas a sus editoriales.

sábado, 25 de septiembre de 2010

EDUCACIÓN CON MAYÚSCULAS


El mundo entero habla de los beneficios de la educación. Obama propone una reforma educativa que seguramente boicotearán los republicanos, la OECD refiere el desarrollo de sus miembros a su nivel educativo y la semana pasada pudimos escuchar y aplaudir varios pronunciamientos que se alzaron en pro de la educación. Variopintos y para todos los gustos, entresaco las voces de Andrés Oppenheimer, Ángel Gabilondo y José Narro que nos recetan sólo una cosa para aliviar a la nación: EDUCACIÓN.

Andrés Oppenheimer llegó a México para promocionar su nuevo libro Basta de Historias y, en una entrevista radiofónica escuché lo que en México se dice por muchos y se aplica por pocos, esto es, que no sirve de nada ensalzar la historia y debemos, por lo contrario, esforzarnos por mejorar la educación para lograr un mejor futuro. Según el autor, bajo cualquier parámetro internacional, México no es, como dice nuestro presidente una fortaleza educativa, sino una pobre choza.

Asistí también a dos reuniones con el Ministro de Educación de España, Ángel Gabilondo, la primera en el Ateneo Español de México donde inauguró las nuevas instalaciones de la biblioteca y la segunda en El Colegio de México donde disertó sobre María Zambrano. Lo dicho ahí y la forma en que fue dicho,en un lenguaje que ojalá pudieramos escuchar más a menudo, el Ministro filósofo, o filósofo Ministro, que llegó a México para recibir el doctorado honoris causa de la UNAM, indicó que dos de los problemas más preocupantes en este mundo son la pobreza y la ignorancia y no, como algunos lo creen, la inseguridad.
“Miseria e ignorancia sólo pueden ser combatidas con cultura y educación, sin ésta no habrá oportunidad de alcanzar la equidad." Resulta pues, más caro dejar de invertir en la educación pues la ignorancia resulta mucho más costosa.

Naturalmente, y como todos, leí mucho acerca de los festejos por el centenario de nuestra universidad y el Rector Narro llevó allí la voz cantante. Si el paseo de los universitarios entogados para rememorar la fundación de nuestra casa nos recordó en algo el paseo de los huesos de los próceres, las palabras pronunciadas por Narro y los galardonados con los doctorados honoris causa ponen énfasis en la importancia de la educación; la necesidad de "afianzar el papel de la educación, universalmente reconocida como herramienta para la formación de valores"; la urgencia de incrementar los recursos aportados por el estado a las instituciones educativas y en especial a las universidades; el incremento subsecuente a la participación del la investigación y desarrollo en el PIB -ahora se pide que llegue al 1% cuando a principios de los ochentas en el CONACYT hablábamos del 2%-; y la exigencia de resolver el problema de alrededor de los 7 millones de jóvenes que no tienen oportunidad de estudiar o trabajar.
GOYA, GOYA, . . ..

NUESTRA UNIVERSIDAD

Llevo varios días pensando en que debo de hablar de la UNAM, de su importancia en la vida nacional, de su significación en el desarrollo de la ciencia y de las humanidades. Se me ocurren (¿¿??) todos lugares comunes como la frasecita de: nuestra máxima casa de estudios que casi se equipara con lo del preciado líquido que es el agua.
¿Se acuerdan de su número de credencial?, algún día nos preguntaba el Rector Narro.
Yo perfecto, dije: es el Z-6344.
¿Qué?, me miraron los de la reunión.
Pues sí. Regresando a casa, veo que me acordaba bien, cosa que no es común y corriente en mí.
Y es que salí de NUESTRA MÁXIMA CASA DE ESTUDIOS en el año de 1959, esto es, hace casi 60 años y mi generación fue la que inauguró la Ciudad Universitaria.
Creo que no lo debería de decir, pero ni modo, es la verdad aunque me pese. Además, no soy emérita, ni siquiera licenciada. Soy pasante. Me aterraban los exámenes -que eran orales- y siempre entraba llorando con lo cual, desde el primer año me convencí de que jamás tendría un examen profesional con 5 sinodales.
De todas maneras, de acuerdo con el lugar donde me encuentre, a veces me llaman doctora y otras maestra. Suelo sacarles del error pero últimamente ya me da flojera.
Me encuentro, pues, escribiendo algo que no tenía pensado escribir. . . algo más sesudo. . . algo más trascendente.
Será después, me digo. Al fin y al cabo, no soy ni emérita, ni doctora. Ni siquiera licenciada.

jueves, 16 de septiembre de 2010

MIS IMPRESIONES

Aquello me pareció un desmadre padre, con perdón. Sin ton ni son, todo pareció bueno e importante a los organizadores: camoteros, barrenderos, jugueteros, artistas e intérpretes, indígenas y catrinas. Todo se vale porque ese es México. Y porque es México nos encanta. De repente pensé en la olimpiada de los chinos, todos perfectos, marchando o ejecutando su papel con la presición y el orden de un reloj de los de antes. Lo comenté con Jósele quien, inteligente, me dijo: Tere, si fueramos chinos no estaríamos hablando por teléfono de esto ni yo estaría leyendo Tokyo Blues. Razón tiene y mucha.
Pero vuelvo a la crítica.
Lo que más me gustó fué la marcha de revolucionarios desmembrados y atrás, la bola. Interesante propuesta, de buena factura y bien ejecutada. No he podido encontrar hasta ahora una fotografía buena. La que aparece la tomo de Excelsior y entiendo que se considera de mal gusto apropiarse de fotos de los periódicos.
También me gustó el Coloso que quisiera saber dónde quedará después de su efimerísima y gran aparición en el Zócalo ¡es el monumento que debe permanecer! No estela de luz, no parque: el pueblo mexicano que ha sido capaz de grandes cosas. . .y perdón por ser patriota o patriotera.
Hay que decirlo: las luces y los incendios del australiano fueron espectaculares y creo que el Kukulcán que esperé con ansia loca, a la luz del autraliano se vió mejor -aunque y me hubiera gustado más en jades. También creo que el Quetzalcóatl debió tener plumas de águila al por mayor e ir acompañado por una banda de tambores de guerra aztecas. Concepto bueno pero, para mí, parecía más apropiado para la ópera no para el desfile.
Después, me encantó ver desfilar diversas etnias de la nación y, en especial, me interesará conocer algo sobre los hombres camuflados de heno. Preguntaré primero a mi consuegra Celia que es muy versada en esto.
Confieso: no creo que estuvo bien logrado el desfile de la muerte. Siempre tan lucida la Catrina, aquí no me lo pareció.
Todo es personal. Todo lo vemos desde nuestras propias ópticas: nuestra educación, nuestra cultura, nuestro interés, nuestro desinterés. Este fue, pués, uno de tantos comentarios.

martes, 14 de septiembre de 2010

LAS FIESTAS

No me cabe duda que la fiesta en sí va a ser fantástica y me apunto a verla por televisión como, cosa curiosa, nos pide el gobierno que hagamos todos. Es decir: "Vamos a festejar, pero mejor quédese a hacerlo en casita". Mañana nos quedaremos boquiabiertos con las luces que nos traerá el australiano sin reparar en gastos y me muero por ver a Kukulcán volando por los aires.
No obstante, los mexicanos nos estamos cuestionando el gasto cuyo destino desconocemos en medio de nuestras distintas crisis y muchos se preguntan qué hay que celebrar. Probablemente no nos es necesario entrar en más detalle: las conmemoraciones del bicentenario de la Independencia y centenario de la Revolución se cuestionan ad nauseam. Hemos llegado a añorar a Don Porfirio -a quien nunca conocimos- y los monumentos que nos legó son espinas que seguramente se atoran en el gaznate de nuestros actuales gobernantes.
Al igual que el Parque Bicentenario, la estela de luz, famosa por cara, de dudosa representatividad y calidad artística e incierta fecha de inauguración, se ha perdido en la maraña de retrasos, malos cálculos y desorganización.
En la capital del país no se respiran aires de violencia como sabemos que sucede en varios estados fronterizos o, incluso, en Michoacán donde hace un par de años hubimos de lamentar varios muertos en estas fechas. No obstante, lo que sucede en partes del país nos angustia y preocupa.
Hace mucho que no voy al Zócalo. Recuerdo cuando mi tío Francisco me llevaba de niña cuando luego fuí de joven esposa, pero hace mucho que no he vuelto a gritar desde la plaza eso de que mueran los gachupines. Hoy francamente me daría terror hacerlo y más por los apretujones que por el miedo a la violencia.
En Milenio leo que Enrique Krauze ha concluido que "México está sumido en una depresión crónica" a causa de la violencia, la crisis económica, la pobreza, el desempleo y "una generación codiciosa y dogmática de políticos . . .que nos han fallado". Pensamos que no tenemos futuro y nada de lo que hicimos vale la pena, dice el director de Letras Libres.
Si es así -y no lo dudo- llevamos arrastrando la depresión desde hace 40 años con breves interludios de esperanza. Toda una vida para millones; la mitad de la vida para los privilegiados.
¿Tendremos realmente algo qué festejar?
Me uno a los que creen que sí y reflexionan al respecto. Federico Reyes Heroles, en su artículo del diario Reforma de hoy, 14 de septiembre, piensa en su bisabuelo analfabeta llegado a finales del siglo XIX procedente de un poblado de pescadores cercano a Barcelona, en su abuelo materno nacido en Coahuila, cuyos destinos a base de trabajo del primero y educación con grandes esfuerzos para el segundo, fueron muy exitosos. Qué decir del prestigio logrado por su padre cuyos esfuerzos por educarse son dignos de señalarse.
A mi me queda decir que mis padres salieron de una España en llamas para encontrar la posibilidad de trabajo y libertad.
Vuelvo a recordar, porque hay que hacerlo a diario, la lección que nos diera el viejo zapatista en su entrevista de hace algunos años cuando, al preguntársele qué le había dado la Revolución si seguía siendo pobre, contesta con fuerza:
-Se equivoca joven, la Revolución nos dió las tierras, nos dió educación y nos dió salud. Luego cada quien hizo con esto lo que quiso.

domingo, 5 de septiembre de 2010

LA DESVERGÜENZA

Los diarios mexicanos del 5 de septiembre destacan la siguiente noticia: a Lujambio -Secretario de Educación- le interesa más llegar a los Pinos que la educación. Esto en boca de la lideresa de los maestros, Elba Esther Gordillo, personaje que desde hace años (muchos) ha supeditado la superación del gremio que dirige a su peso como voto corporativo, que evita la capacitación, rechaza las evaluaciones internacionales y solapa el hecho de que los estudiantes mexicanos sean los últimos de la OECD en todas las materias ahora acusa al Secretario de todas las culpas de nuestro sistema educativo y la falta de revisión estructural del mismo.

La falta de vergüenza es endémica en Elba Esther.