martes, 30 de septiembre de 2014

¿HARRISON FORD O BRUCE WILLIS?

 
El complot es obvio: la barda es fácil de saltar; nadie lo vio atravesar el  cesped que va desde la barda hasta la entrada; el Servicio Secreto en pleno estaba ocupado leyendo sendos mensajes de texto en sus Iphones; por ruidosa, la alarma estaba silenciada; la puerta de entrada estaba abierta;  con su puñal favorito en el cinto, Omar Gonzalez, el intruso, se impuso fácilmente a la vigilante de 200 kilos (lo del peso me lo invento) apostada en el segundo nivel de la Casa Blanca, esto es, los aposentos privados del Presidente Obama atravesando el famoso East Room lugar de recepciones del recinto alcanzado la puerta del Green Room donde finalmente fue tacleado.

Eluding security in the White House
De acuerdo con el Washington Post, Gonzalez ha sido la primera persona que ha logrado brincar la barda y entrar en la casa presidencial. 
Con la actuación de algún taquillero conocidísimo como los arriba mencionados, contamos con los elementos del complot para la próxima película que seguiremos con atención y zozobra. Poco a poco, a lo largo de una hora y media nos iremos enterando de quien fue el personaje que quiso matar al presidente y toda su familia y nuestro actor favorito va a infiltrar corporaciones ultra secretas que nos conducirán a: el Servicio Secreto; la CIA; el Departamento de Estado o, claro está, a Al Qaeda e ISIS. También podría resultar que es algún republicano o amigo del Tea Party como, por ejemplo Ted Cruz. 

Ahí se los dejo.

viernes, 19 de septiembre de 2014

LA CIUDAD DE LOS PALACIOS IV

Una de las grandes obras de la Ciudad de los Palacios es el Museo Nacional de Antropología del Arq. Pedro Ramírez Vázquez.
Laureado por tirios y troyanos, es lugar obligado para disfrutar las piezas más importantes de las grandes culturas mexicanas.
Hace 50 años, cuando Tláloc, Dios de la Lluvia y de la Tierra, con sus  7 metros de altura y 168 toneladas de peso, se trasladó de San Miguel Coatlinchán a la Ciudad de México hace 50 años para colocarse a la entrada del Museo, llovió durante todo el trayecto ante el asombro de los mexicanos.

El museo en su totalidad es bello, muy disfrutable, ilustrativo de la vida de los antiguos mexicanos y visitado por más de 2 millones de personas anualmente.
Como en este caso, he estado hablando de lo que se puede mejorar o atender o los peros que le pongo a la Ciudad de los Palacios y he sido criada en museos -y acercándome ya a ser pieza de museo- diré que tampoco es un museo "amigable" para los cronológicamente dotados.
A saber: para entrar no puedes tener más de 56 años. ¿Por qué? Porque hay que subir escaleras si barandal y la explanada para llegar es kilométrica.
Me pregunto si en sus años dorados, el Arq. Ramírez Vázquez, ya en silla de ruedas, no se habrá preguntado como le harían los poco privilegiados añosos para siquiera entrar al recinto.
Ahí se los dejo. 

LA CIUDAD DE LOS PALACIOS III

Con el permiso de Marco Alcázar, me permito añadir algunas de sus observaciones de su último VOLAPIÉ que ha titulado Las 7 (y más) plagas de una metrópoli.
a) Las autoridades no son capaces de definir, planear y ejecutar una política. Vaya, ni siquiera una obra. Baste con recordar los segundos pisos del Periféricos, inacabados e inauditables. Ahí está la línea 12 del Metro. O, para evidencia actual la apertura en canal de la avenida Mazarik desde hace meses, con severas molestias a los vecinos y graves consecuencias a los negocios ubicados a lo largo del tramo afectado. También pueden preguntarles a los habitantes de Coyoacán que tienen semanas esperando que se inicie la “rehabilitación” de una de las dos arterias que cruzan por su centro histórico, pues han estado colgados de árboles y postes grandes anuncios impresos en plástico anunciando que los trabajos darán principio el primer lunes del mes de agosto.
b) Los operadores de los autobuses de transporte público que toman las calles para “hacer base”, invadiendo un carrril y haciendo maniobras que afectan aún más la circulación y constituyen peligro para otros vehículos. ¿Y las autoridades? (Yo añadiría los estacionamientos de autobuses en la Ave. Revolución, por ejemplo, que ocupan a veces hasta 3 carriles: lo se y me consta.)
c) La incesante y cada vez más acelerada proliferación de expendios callejeros de comida que se instalan utilizando tanques portátiles de gas en las aceras de todos los rumbos de la ciudad, sin prevención sanitaria alguna, pues no disponen de agua corriente. Su presencia se hace más notable en torno a los centros hospitalarios del gobierno, en los cuales se supone que debe de reinar la higiene. ¿Y las autoridades?
d) La falta absoluta de educación vial, que se traduce en la violación reiterada de las señales de tránsito por parte los conductores de todo tipo y tamaño de vehículos y, también, en la conducta de los peatones que se compartan como ganado bovino cruzando las calles en cualquier parte. No hay a la vista acciones de las autoridades para corregir este desorden.
e) Las manifestaciones y plantones por todas las causas imaginables, con severas afectaciones al flujo de los vehículos, incluyendo los del transporte público de personas que se dirigen a sus trabajos o escuelas o a realizar diligencias de importancia para sus intereses. Que yo recuerde, nunca de los nuncas una “acción política” de esta naturaleza se ha traducido en el triunfo de una causa socialmente significativa y sí en la pérdida de miles de horas en la actividades del resto de los habitantes de la metrópoli. Pero las autoridades han sido incapaces de imaginar siquiera antídotos razonables a esta plaga, que se presenta un día sí y el otro también, sobre todo en las arterias más concurridas, con efectos nocivos que se extienden a grandes áreas urbanas. (¿Será que les preocupa perder los votos seguros de los manifestantes y el encono de personajes de "alta alcurnia" política?)
f) La reproducción cancerígena de malabaristas, saltimbanquis, payasitos y tamborileros, que han tomado los cruceros como escenarios, la mayoría de los cuales no dominan el oficio y tienen materialmente que meterse debajo de los vehículos para rescatar sus pelotas, aros o antorchas. Otra vez, ante la ausencia de las autoridades.

g) Los miles de motociclistas, tanto los que reparten comida,mensajes y/o paquetería, como los que utilizan sus artefactos motorizados cono transporte personal y hasta de familias enteras, sin respeto alguno por los carriles de circulación ni las luces de los semáforos. Desde luego, sin preocupación alguna al respecto por parte de las autoridades.
h) En esta urbe, que es suficientemente plana para hacer uso masivo de la bicicleta, las acciones de las autoridades para promover el uso de este artefacto no se han visto acompañadas por una reglamentación que obligue a usar medidas personales de protección de los ciclistas y de respeto de los reglamentos de tránsito por parte de ellos.. Además, como comentaba la otra mañana Ricardo Raphael, estas personas, a las que cabría atribuir una respetable conciencia ambiental, han tomado las calles por asalto, circulan por las aceras, aparecen de repente dando la vuelta en sentido contrario y un largo etcétera. Lo que de manera adicional a los riesgos personales que afrontan, pone en peligro la integridad de los peatones y puede ser causa de una colisión, ante la cual inmediatamente las redes sociales acusarán de “asesino” al chofer de un microbús o al automovilista que tenga la desgracia de toparse con un ciclista imprudente.
i) Las señoras armadas de tremendas camionetas. Dije armadas y dije bien, pues las utilizan como armas contundentes, sobre todo cuando van por la mañana a dejar (con retraso) a sus hijos a la escuela y una vez frente al plantel, les arreglan el cuello de la blusa o la camisa, los repeinan y los santiguan como si marcharan al frente de batalla, para después irse al desayuno con sus amigas, y, también, cuando regresan por ellos a la salida de clases y se les hace tarde para llegar a impartir las últimas indicaciones a la auxiliar doméstica en turno. No les importa estacionarse en doble o triple fila y si se topan con alguna otra madre aprovechan para ponerse al día, total, los demás pueden esperar o enfrentar sus iras si se les pide que despejen el área. ¿Y el proyecto de las autoridades de establecer un servicio generalizado transporte escolar para escuelas particulares?
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Marco añade muchas cosas más y nos incita a seguir agregando a la lista. Yo encantada de que las sumen en este espacio o en el que deseen. Es importante que nos oigan a nosotros y no sólo cuiden a los manifestantes que rompen ventanas y pintarrajean las paredes
 
 
 

 

sábado, 13 de septiembre de 2014

MADRE ORGULLOSA

 
Mi hijo Jesús ingresa a la Academia Mexicana de la Lengua y yo, que ya voy ensanchándome desde hace algunos años, estoy más ancha que nunca.
Lo malo es que le decían Don Jesús y eso me pone más años encima.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

LO QUIERO TODO

Hace un par de semanas visité a mi nieto Santiago que, durante sus vacaciones de la Universidad, tenía un trabajo veraniego en Apple. Viajar con Santi siempre es un placer y, pese a ser su abuela, siento que nos divertimos bastante.
Esta vez no fui yo la que le enseñé algo nuevo sino él quien me paseó por San Francisco, Stanford y me guió por la Meca donde impera la religión de Steve Jobs que sigue vigente en el imaginario de todos aquellos que aman a su computadora, sea la que sea. Infelizmente, la mía es una PC que me está dando una guerra tremenda y con sólo ver una Apple, su diseño perfecto, la nitidez de la imagen que proyecta, y el pensar que realmente podría aprender a usarla fácilmente, me hacía aspirar a graduarme ya no de Stanford con Santi, sino a un MacBook Air.
Con esos sueños guajiros encima, de mañana tomé un tren lechero al pueblo de Sunnyvale en Silicon Valley donde la empresa tiene la mayor parte de sus oficinas centrales.
Ya en tierra Apple, gracias a Santi y el vehículo y gentileza de su amigo Adam, me fueron enseñando e introduciendo a la inmensidad que es esa empresa diseñada a imagen y semejanza del propio Jobs y la impecable arquitectura de Foster. De pasada, me contaron que el edificio donde se diseñaba y programaba la campaña de presentación de nuevos productos era un lugar de suma secrecía: los de fuera que quisieran entrar a algún asunto iban vendados y sólo se les conducía al lugar específico dónde se les requería.

Luego me llevaron a comer a un restaurant sólo para empleados de Apple que no pude fotografiar -también de diseño ultra streamlined (no me gusta para el caso la palabra aerodinámico)- cuyo concepto es parecido al de Eataly de Nueva York, es decir un amplio espacio subdividido para abarcar los gustos de todos los comensales: pescado, carne, ensaladas, pasta, en fin, lo que se le ocurra.

 
Pasamos después a las oficinas. El cubículo de Santiago estaba en la zona verde limón y era bastante espacioso para ser cubículo.

¡Yo ya estaba enamorada! El MacBook Air sería mío y me compré también un  mouse -ese si aerodinámico- que nunca usaré pero estará en mi casa como escultura.
Y, claro, vi la presentación de Tim Cook de los nuevos productos de la casa. Unos dicen que no le llega a Jobs y otros que es mejor. Yo digo que es más simpático y debe ser mejor persona. Desde luego, como digo arriba, quiero todo.



 

lunes, 1 de septiembre de 2014

LA CIUDAD DE LOS PALACIOS II




De repente pensé que mis deseos se habían cumplido pues la primera plana de la sección Ciudad de México del pasado 29 de agosto parecía gritar "BACHEO MARATÓNICO".
Hasta que se nos hizo, me dije, pues lejos de pavimentar, los chilangos sabemos a ciencia cierta que lo que hace Mancera y sus aplicados subordinados es cavar hoyos todas las noches cuando dormimos para que tempranito, en cuanto nos levantamos veamos y sintamos en las llantas de nuestros vehículos de preferencia un número mayor de obstáculos que superar. Eso, deben decirse, es formativo; nos hará más prudentes y atentos.
Más equivocada no podía estar. Había olvidado que la Ciudad de los Palacios estaba por engalanarse nuevamente con el Maratón anual . . . de ahí lo del maratónico bacheo.
Al cavilar sobre el tema, no pude más que felicitar al Jefe de Gobierno. Imagínense lo que habrían dicho los visitantes que, sin reparar en gastos, habían volado desde todos los confines del mundo mundial para caerse en uno de esos obstáculos.

LA CIUDAD DE LOS PALACIOS I

 
En el siglo XIX, Alejandro Von Humbolt llamó a México La ciudad de los palacios. Hace 50 años, el tío Jaime decía "México: palacio colonial, rascacielos, tendajón mixto". Hoy ya quisiéramos que así fuera.
Las casas no protegidas hasta con los dientes por el INAH y el INBA, perecen sin decir agua va y son reemplazadas por enormes multifamiliares sin asomo de calles que puedan dar paso franco a los vehículos que dichos edificios generarán.
Ahora no hablaré de esos nuevos palacios, sino de uno que cumplió 114 años: el Palacio de Bellas Artes.
Bellas Artes es un recinto de estilo francés, como le gustaban a Don Porfirio y, creo que por costumbre, ya nos gusta a muchos. Este palacio ha albergado la obra de grandes pintores, escuchado a grandes músicos, cantantes y orquestas, disfrutado ballets y obras de teatro y aplaudido a importantes intelectuales.

Los añosos o cronológicamente dotados, como me gusta llamar -porque me conviene- a los adultos mayores, viejos, ancianos o como se les quiera llamar, lo hemos gozado plenamente durante ya muchos años. Hoy, que tenemos más tiempo, ya no podemos darnos el lujo de asistir a ninguno de los espectáculos, exposiciones o presentaciones que hicieron nuestra vida muy placentera durante la juventud y madurez: hoy somos viejos y nos sentimos aún más cuando pensamos en asistir al Palacio de Bellas Artes.
Al entrar, ahora por puertas de seguridad, los mármoles nos hacen un guiño:
-"A que no te atreves", dicen.
-"A mi no me van a parar", contestas airada.
Pero el monstruo nos vuelve a poner a prueba:
-"A ver, sube las escaleras", dice retador.
La cosa se pone grave, no existen barandales por ninguno de los tres espacios y el mármol es tan resbaladizo que te sujetas de cualquier acomedido que sigue siendo joven.
Bueno, ya estás a punto de entrar a la sala y sólo son dos o tres escalones más para la entrada principal y unos cuantos más para las laterales. Por fortuna ahí si hay barandales. También lo hay para subir a la Sala Ponce y escuchar al literato y a la Sala Nacional para ver la gran exposición. Para evitar los mil escalones del tercer piso, que requieren de un valor fuera de lo común, un elevador pequeñísimo nos espera. Los elevadores son escasos y por supuesto no hay ni una rampa en todo el Palacio.
Entramos en la sala pero, ¿qué a pasado? ¡Los pasillos laterales no existen ya! ¿Y si hay alguna emergencia? Seguramente los que remozaron nuestro Palacio a puerta cerrada durante 2 o 3 años pensaron que eso no importaba.
Finalmente, este Palacio sólo es para jóvenes que nada temen; ni las caídas, ni los temblores, ni los incendios les preocupan. Finalmente ellos si pueden salir (y entrar)corriendo.
¿Cuántas generaciones en sus "años dorados" tendrán que quedarse sin acceso al máximo recinto cultural del país?