Nuestra Beba, porque es nuestra, murió en un accidente tonto -porque todos los accidentes son tontos. Y allí perdimos una alegría y creatividad que nos hace tanta falta.
Y la Beba tenía un proyecto que llevaba, traía y enriquecía semana con semana: La Reina Roja. Se trataba de la reina hace poco descubierta en Palenque amortajada con cinabrio. Era la reina sin nombre, la mujer sin nombre, era todas las mujeres sin nombre, decía la Beba. Después de una descripción de la tumba de Palenque, la propuesta de la Beba seguía así:
"Creo que las mujeres aún no hemos logrado huir de esa capa de cinabrio con la que nos recubre la historia. La oficial y la intima. Ostentamos un poder hondo pero sutil, estamos cubiertas de jade pero se olvida nuestro nombre. Seguimos escondidas detrás de la lápida de nuestros hijos, nuestros padres, nuestros hermanos y aún peor de nuestra propia concepción perversa de la abnegación. Pretendo robarle la máscara mortuoria a la Reina Roja, rescatar ese objeto que esconde y reelaborarlo, resignificarlo. La máscara no como la negación, sino la celebración. Transformar el entierro en un bautizo. El veneno en miel. Retratar a las Reinas que han logrado liberarse del anonimato, sacudirse el polvo que corroe y decir alto y fuerte sus nombres. Reclamar su lugar en la historia."
De ahí empezó a buscar reinitas y su catálogo iba creciendo pues tenía amigas de todos los colores, sabores y edades entusiasmadas con su propuesta.
Hoy, el proyecto vive por el cariño imperecedero de Montse y Brian, Matías y Marisa, y todas las reinitas en que nos hemos convertido gracias a la Beba.
Y la Beba tenía un proyecto que llevaba, traía y enriquecía semana con semana: La Reina Roja. Se trataba de la reina hace poco descubierta en Palenque amortajada con cinabrio. Era la reina sin nombre, la mujer sin nombre, era todas las mujeres sin nombre, decía la Beba. Después de una descripción de la tumba de Palenque, la propuesta de la Beba seguía así:
"Creo que las mujeres aún no hemos logrado huir de esa capa de cinabrio con la que nos recubre la historia. La oficial y la intima. Ostentamos un poder hondo pero sutil, estamos cubiertas de jade pero se olvida nuestro nombre. Seguimos escondidas detrás de la lápida de nuestros hijos, nuestros padres, nuestros hermanos y aún peor de nuestra propia concepción perversa de la abnegación. Pretendo robarle la máscara mortuoria a la Reina Roja, rescatar ese objeto que esconde y reelaborarlo, resignificarlo. La máscara no como la negación, sino la celebración. Transformar el entierro en un bautizo. El veneno en miel. Retratar a las Reinas que han logrado liberarse del anonimato, sacudirse el polvo que corroe y decir alto y fuerte sus nombres. Reclamar su lugar en la historia."
De ahí empezó a buscar reinitas y su catálogo iba creciendo pues tenía amigas de todos los colores, sabores y edades entusiasmadas con su propuesta.
Hoy, el proyecto vive por el cariño imperecedero de Montse y Brian, Matías y Marisa, y todas las reinitas en que nos hemos convertido gracias a la Beba.
P.D. Ni CONACULTA o el FONCA quisieron apoyar el proyecto.
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