lunes, 28 de abril de 2014

ME ECHARON LOS PERROS

Con este título voy a tener varios lectores: los que me mandan buenos deseos y los que no lo creen ni medianamente posible. . . pero es cierto.
Resulta que camino -o volando- a Madrid hace unas semanas, con mi maleta de mano de menos de 10 kg. y mi bolsón, los perros amenazantes que buscan toda clase de elementos nocivos en los viajeros se pararon frente a mi husmeando todo. (¡Con el miedo que me dan a mi los perros. . .hasta los falderos!)
Pues sí, el personaje que los llevaba prudentemente con una correa se paró frente a mí y me llevó ante los aduaneros. Renglón seguido se apareció otro personaje -también amable- que me preguntó qué llevaba yo en la maleta y me pidió que abriera todo.
Ya el asunto me preocupó más. Lectora como soy de las novelas policiacas estaba segura de que algún sujeto me había introducido algo indebido -lo que fuera- en la terrible maleta. ¿Sería una bomba, una pistola, heroína. . .? ¿Qué diablos llevaba yo en la maleta para que los sabuesos hicieran que toda la cola del avión se parara a mirarme con horror?
Más pronto que tarde resultó que el objeto del delito eran mis medicinas, pues llevaba ahí alojadas -como aconsejan los médicos- las necesarias para las 2 semanas y media que duraría el viaje.
Había más: ¿dónde estaba la receta de las mismas? Jamás me la había pedido y miren ustedes que llevo tiempo viajando con ellas.
Viéndome la cara de asombro o contrición -o edad- me señalaron que debía llevar la receta siempre conmigo, de manera que junto al pasaporte, ya lo sé, hay que llevar la receta médica.
¡OTRA COSA QUE HAY QUE RECORDAR!

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