lunes, 3 de mayo de 2010

ARIZONA

La ley promulgada en Arizona escuece, duele. Los fanáticos andan sueltos. Entre otros, el inefable Rush Limbaugh dice que Obama anda de mirame y no me toques con este asunto porque tiene miedo de que alguien le pida los documentos a él. Así andan las cosas de aquel lado.
Por nuestra parte, es imposible no enojarse pero -y sí, hay peros- abogar por la ilegalidad no cabe en un estado, como tampoco cabe dejar de culpar a nuestros gobiernos -todos- por no poder dar a sus ciudadanos un país que les permita tener un trabajo para ganarse la vida o la seguridad de vivir en paz.
Los artículos siempre interesantes de Luis González de Alba en el diario Milenio nos llevan a otras reflexiones sobre el asunto.

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