Sí: es París y por aquí en este marzo loco donde igual llueve y hace frío o sale el sol esplendoroso para dejarnos disfrutar más de sus cerisiers roses et pommiers blancs, parvadas de turistas como mi nieto y yo, entran y salen de museos y restaurantes. Entre ellos -como siempre- inconfundibles grupos de japoneses.
Recién veo en la televisión unas entrevistas de la BBC a británicos a punto de ser evacuados de la zona de desastre. Uno de ellos, un profesor que lleva casi diez años en Japón, no quiere salir del país. Ellos son su familia. No puede dejarlos abandonados.
Observo a los turistas japoneses en París.
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