lunes, 25 de septiembre de 2017

MEMORIAS Y SUGERENCIAS DEL 85

Para empezar, en el 85 tenía 32 años menos y corría y andaba bien. 

No obstante los años agregados a mi biografía, aun no se me ha secado el seso y creo que algo puedo aportar a todos los trabajos que me consta se están haciendo para curar las heridas que han dejado estos nuevos terremotos. 
Muchas cosas sucedieron a mi derredor en aquel terremoto terrible y, entre ellas, creo que pude ayudar gracias a amistades entonces "poderosas" que quisieron escucharme.

Para empezar las llamadas redes sociales han sido sumamente útiles para cubrir necesidades urgentes. Por ejemplo, a través de Tweeter y Whatsapp las herramientas han podido llegar de inmediato -o con una velocidad asombrosa- a quienes las necesitan con urgencia. No obstante lo anterior, estos medios que por fortuna son cotidianos para muchos, no son de uso común para la mayoría de los mexicanos hoy desesperados con su situación. 

Por ello propongo que, además de estos medios digitales y los escritos en los periódicos que no están al alcance de todos, las televisiones, todas en cadena, y con un grupo de sismólogos, ingenieros y arquitectos de reconocido prestigio, den explicaciones veraces sobre los acontecimientos, su alcance y proponer soluciones y posibilidades de éxito o fracaso. (En el caso del 85 lo que se hizo fue reunir a los llamados "líderes de opinión" con los expertos en el tema y creo que tuvo éxito, ya que en aquel entonces las preguntas y respuestas señeras de parte de los expertos tuvieron eco también en los recursos aportados al siniestro.)

En este o muchos programas de este tipo, deberán también ventilarse las anomalías que las redes sociales nos hacen llegar ya que muchas de ellas se divulgan sin fundamento. Esto requerirá varias sesiones de preguntas y del público en general dirigidos por un locutor prestigiado que establezca la comunicación con los expertos y los responsables del acontecimiento, sean estos gobernadores y otros servidores públicos en general que hayan medrado a costa de las desgracias del pueblo, constructores de edificios derrumbados frente al cumplimiento de los reglamentos públicos establecidos para la región de que se trate y otras acusaciones pertinentes al caso.  

La amplitud de la temática requerirá de esa difusión amplia y prolongada en varias cadenas televisivas.

Otro asunto es el nerviosismo obvio que permea en la sociedad. Este zozobro y angustia no sólo abarca a los directamente afectados sino a los que vivieron el movimiento telúrico en sus casas, oficinas, escuelas o en la calle. Los ríos de gente que las recorrían sin saber a donde ir, dirigiéndose a la escuela de sus hijos, a casa de sus padres o simplemente atontados, atestiguaron el hecho.

A ellos, los que no saben o no tienen cabida en ninguna parte para hacer frente al problemón que tenemos encima, sugiero otra cosa que sirvió en el 85. Hay varios -o muchos- centros de acopio y muchas mujeres y jóvenes que requieren ocuparse en algo para olvidar siquiera algunas horas este terrible terremoto. Ellos, la gente desempleada, sin duda puede recoger la mercancía y clasificarla, ropa para hombre mujeres y niños por talla, por ejemplo, tirar la ropa sucia imposible de lavar; recoger las medicinas y ver las que están caducadas; hacer paquetes de despensas indispensables. Estas personas ayudaran y se verán beneficiados por este trabajo.

Ahí van un para de sugerencias muchas de las cuales seguramente se están aplicando ya para atenuar esta tremenda situación. 

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