Por ahí de los años 80 -obviamente del siglo pasado- mi entonces marido y yo fuimos invitados a cenar en casa de muy buenos amigos, Zopy y Kos (Jacques) Polack. Mi padre y Polack habían sido compañeros en el Fondo Monetario Internacional, esa institución que todos parecen odiar, y su amistad fue grande y pasó a los hijos.
Aquella noche, donde por cierto me encontré con un compañero de la secundaria -Bardel Tirana si es que se escribe así- a Zopy -pues así le decían aun cuando debe haberse llamado de otra manera- se le ocurrió presentarnos a un sujeto que pensó nos interesaría.
No me acuerdo de su nombre pero lo interesante del personaje era que su oficio era hacerse pasar por ruso -su físico no lo desmentía- e ir a las universidades de Estados Unidos con acento ruso y un discurso pro soviético, para ver quienes se interesaban por su país y en qué sentido se interesaban.
Con ello pretendía -y lograba- adoctrinarlos y darse cuenta de su inclinación.
Obviamente era de la CIA pero, para nosotros, lo más curioso es que ya no era la época del Macarthismo. No obstante seguían con la Guerra Fría y la historia con Rusia, y aparentemente el personaje había captado a bastantes posibles afiliados.
Con ello pretendía -y lograba- adoctrinarlos y darse cuenta de su inclinación.
Obviamente era de la CIA pero, para nosotros, lo más curioso es que ya no era la época del Macarthismo. No obstante seguían con la Guerra Fría y la historia con Rusia, y aparentemente el personaje había captado a bastantes posibles afiliados.
Así transcurrió la noche, platicamos del asunto, nos presentó a su esposa china y nos contó que habían adoptado a un niño hawaiano cuya fisionomía casaba con el matrimonio. (Hasta en eso había pensado.)
Pasó el tiempo y, de vuelta en México, mis padres nos contaron que un buen día se había aparecido por ahí un amigo nuestro, o una persona que dijo ser amigo nuestro, con lo cual lo hicieron pasar. Lo invitaron a una copa o algo y pasó un buen rato con ellos hablando de nosotros y especialmente de Chucho. (Jesús Silva-Herzog, entonces mi marido.) Cómo era, qué le gustaba, qué había estudiado, qué hacía, qué países visitaba y así sucesivamente.
Nosotros no dábamos con la persona hasta que contó a mis padres que nos había conocido en casa de los Polack.
Qué miedo, ¿verdad? Hoy volvemos a la historia con Rusia y aquellos hoy con un KGB a la cabeza están más duchos que nunca. ¿Y qué con un presidente de estadounidense que obviamente tiene negocios con él?
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