domingo, 1 de julio de 2018

SI YO FUERA PRESIDENTE. . .

. . . PARA empezar, sería terrible.

Lo que ha de solucionar (o empezar a pensar en solucionar) quien quiera que sea el seleccionado por el pueblo para ser su mandatario, es un cúmulo de problemas tan amplio y abrumador que, si tiene el estómago para ello, ha de tomarlo con calma.

Para empezar, sugiero que se tome un buen tequila -o mezcal- y se duerma una siesta; se olvide de la fiesta que están organizándole sus colaboradores actuales o futuros y, al despertar, empiece a apuntar qué es lo primero que debe hacer. 

Ya lo habrá hecho en campaña, pero ahora es la realidad.

Le deben preocupar u ocupar mil cosas internas y externas y con ello se acabó la fiesta.

¿Cómo empezar?, pues si el yo fuera el (la) elegido(a) ya está seleccionado el gabinete y principales colaboradores que se ocuparán de las áreas puntales de la administración pública y en México el Congreso no decide si el presidente tiene o no derecho de hacerlo. . . mala cosa, pues los seleccionados podrían ser personas inconvenientes para el país.

¿Serán personas con antecedentes penales? ¿Habrán huido de la justicia en algún momento? ¿Se les conocen riquezas inexplicables? ¿Habrán incumplido con el fisco?

La cosa aún empieza pero más vale que se tome todo en serio. 

El país está en serios problemas económicos, de relaciones exteriores, comerciales, de pobreza, injusticia, e inseguridad.

Hay que ir rápido y con tiento y yo no quisiera ser presidente.




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