miércoles, 15 de diciembre de 2010

LISBETH SALANDER Y WIKILEAKS

Instalada tardíamente en las novelas de Larsson, el asunto de Julian Assange y su Wikileaks cierra círculos y trae a la memoria muchos recuerdos que pueden venir o no al caso.
¿A alguien le extraña que Estados Unidos sepa tantas cosas sobre los gobernantes de todos los países del mundo? Habría que pensar que sólo se han soltado los documentos del Departamento de Estado. ¿Nos estarán esperando los de la CIA, los de la DEA y el FBI? Seguramente si.
En los años ya remotos del macartismo, apareció por la casa de mis padres un hombre alto, rubio y delgado. Su nombre era Frank Coe y él y mi padre habían sido compañeros de trabajo en el Fondo Monetario. Era extraño que alguien buscara a mi padre por la tarde en casa pero seguramente allí se habían citado. No asistí a la conversación que tuvieron pero más tarde lo que nos contó mi padre era espeluznante. Resulta que Coe había ido a alguna reunión donde había personas de izquierda o comunistas como decidió obsesivamente Joe McCarthy que eran, y de ahí en adelante lo echaron de su trabajo, a sus hijos los persiguieron en sus escuelas y el hombre había tenido que huir a algún obscuro poblado sin posibilidades de trabajar. Cómo había llegado a México y qué pudo hacer después no lo sé.
Años más tarde, ya casada y también en Washington en una reunión del Fondo, unos amigos de mis padres nos invitaron a mi marido y a mí a cenar donde nos presentaron a un personaje extraño que trabajaba ¡en la CIA! Este sujeto tenía una chamba singular que contaba con total desparpajo: iba a las universidades haciéndose pasar por ruso y lanzaba discursos pro soviéticos para ver la reacción de los universitarios. Obviamente, de ahí sacaba quienes eran simpatizantes para lo que pudiera suceder.
No mucho después, mis padres me contaron que había aparecido por casa un sujeto que dijo ser íntimo amigo nuestro. Naturalmente paso a casa, se tomó un martini con mi padre, platicaron un rato y se fue. ¿Qué tipo de informe pasó este hombre a la CIA?
Si esto pasa con funcionarios (entonces) menores, ¿qué no se comentará sobre los mayores? Ya nos enteramos de lo que dicen de Putin, de Sarkozy, de Hugo Chávez, de la Sra. Kirchner, y demás y, desde luego, la Secretaria de Estado, Hillary Clinton debe estar pegada al teléfono mandando disculpas a diestra y siniestra.
Ahora bien, es función de los embajadores informar sobre la situación de los países a los que están destinados y los nuestros hacen lo mismo. Si el Presidente de la República o algún Secretario de Estado va a viajar a un país debe saber con quién tratar y de qué se tiene que cuidar. El asunto cobra singular importancia cuando se trata de la seguridad nacional de los países.
¿Wikileaks? Al decir que la información debe ser libre y gratuita, Assange se lanzó como moderno Robin Hood anti instituciones y anti gobiernista. Buenos chismes algunos, peligrosos otros, pero ya los hackers como Lisbeth Salander nos preparan para lo que sigue.

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