Desde un agosto en que Maruja Torres escribió diariamente una especie de crónica titulada "Las Hogueras de Agosto" sobre los famosos que se paseaban por las playas de Marbella o Ibiza, entre estos Don Juan Carlos, Carolina de Mónaco, Sarita Montiel y demás. Conociendo lo que la Torres escribe, aquellos memorables artículos eran el Hola a lo bestia y gracias a ellos yo me moría de risa y me hacían el día.
Este agosto también empezó bien ya que, amén de un fantasma llamado Leandro que se aparece a los presidentes en La Moncloa el 2 de agosto Juan José Millás nos recetó un artículo titulado "A ver si tienes los ´güevos´", en el que reta al editor del periódico a publicar su artículo sobre Belén Esteban e Isabel Preysler ya que las revistas del corazón no tienen mayor decoro para comentar su última entrevista con Vargas Llosa.
Como para mí Belén Esteban es una ilustre desconocida agradezco que Millás me indique que es egiptóloga porque seguramente leyó en su momento Sinuhé el egipcio y que sale en Wikipedia, de manera que ya me enteré. De la Preysler no creo que me tenga que contar nada más.
Pero, para que su editor no se enfade y los lectores no se enfurezcan, Millás también cita a Rimbaud, Verlaine y Truman Capote y cito:
Quiere decirse que carecemos de parámetros para saber de qué se debe y de qué no se debe hablar en las mesas redondas de la Menéndez Pelayo o en las páginas de cultura de la prensa seria. Las jerarquías se han ido al carajo, no hay diferencias ya entre el gran arte y el arte popular, entre la democracia y Putin, entre los huevos estrellados y los huevos con patatas, entre la ópera y la zarzuela, ni siquiera entre la ciencia y la religión, todo vale, amigos. Vean, si no, a quién tenemos de ministro de Cultura.
En fin otro buen agosto gracias al El País y a Juan José Millás.
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