Con el permiso de Marco Alcázar, me permito añadir algunas de sus observaciones de su último VOLAPIÉ que ha titulado Las 7 (y más) plagas de una metrópoli.
a) Las autoridades no son capaces de definir, planear y ejecutar una política. Vaya, ni siquiera una obra. Baste con recordar los segundos pisos del Periféricos, inacabados e inauditables. Ahí está la línea 12 del Metro. O, para evidencia actual la apertura en canal de la avenida Mazarik desde hace meses, con severas molestias a los vecinos y graves consecuencias a los negocios ubicados a lo largo del tramo afectado. También pueden preguntarles a los habitantes de Coyoacán que tienen semanas esperando que se inicie la “rehabilitación” de una de las dos arterias que cruzan por su centro histórico, pues han estado colgados de árboles y postes grandes anuncios impresos en plástico anunciando que los trabajos darán principio el primer lunes del mes de agosto.
b) Los operadores de los autobuses de transporte público que toman las calles para “hacer base”, invadiendo un carrril y haciendo maniobras que afectan aún más la circulación y constituyen peligro para otros vehículos. ¿Y las autoridades? (Yo añadiría los estacionamientos de autobuses en la Ave. Revolución, por ejemplo, que ocupan a veces hasta 3 carriles: lo se y me consta.)
c) La incesante y cada vez más acelerada proliferación de expendios callejeros de comida que se instalan utilizando tanques portátiles de gas en las aceras de todos los rumbos de la ciudad, sin prevención sanitaria alguna, pues no disponen de agua corriente. Su presencia se hace más notable en torno a los centros hospitalarios del gobierno, en los cuales se supone que debe de reinar la higiene. ¿Y las autoridades?
d) La falta absoluta de educación vial, que se traduce en la violación reiterada de las señales de tránsito por parte los conductores de todo tipo y tamaño de vehículos y, también, en la conducta de los peatones que se compartan como ganado bovino cruzando las calles en cualquier parte. No hay a la vista acciones de las autoridades para corregir este desorden.
e) Las manifestaciones y plantones por todas las causas imaginables, con severas afectaciones al flujo de los vehículos, incluyendo los del transporte público de personas que se dirigen a sus trabajos o escuelas o a realizar diligencias de importancia para sus intereses. Que yo recuerde, nunca de los nuncas una “acción política” de esta naturaleza se ha traducido en el triunfo de una causa socialmente significativa y sí en la pérdida de miles de horas en la actividades del resto de los habitantes de la metrópoli. Pero las autoridades han sido incapaces de imaginar siquiera antídotos razonables a esta plaga, que se presenta un día sí y el otro también, sobre todo en las arterias más concurridas, con efectos nocivos que se extienden a grandes áreas urbanas. (¿Será que les preocupa perder los votos seguros de los manifestantes y el encono de personajes de "alta alcurnia" política?)
f) La reproducción cancerígena de malabaristas, saltimbanquis, payasitos y tamborileros, que han tomado los cruceros como escenarios, la mayoría de los cuales no dominan el oficio y tienen materialmente que meterse debajo de los vehículos para rescatar sus pelotas, aros o antorchas. Otra vez, ante la ausencia de las autoridades.
g) Los miles de motociclistas, tanto los que reparten comida,mensajes y/o paquetería, como los que utilizan sus artefactos motorizados cono transporte personal y hasta de familias enteras, sin respeto alguno por los carriles de circulación ni las luces de los semáforos. Desde luego, sin preocupación alguna al respecto por parte de las autoridades.
h) En esta urbe, que es suficientemente plana para hacer uso masivo de la bicicleta, las acciones de las autoridades para promover el uso de este artefacto no se han visto acompañadas por una reglamentación que obligue a usar medidas personales de protección de los ciclistas y de respeto de los reglamentos de tránsito por parte de ellos.. Además, como comentaba la otra mañana Ricardo Raphael, estas personas, a las que cabría atribuir una respetable conciencia ambiental, han tomado las calles por asalto, circulan por las aceras, aparecen de repente dando la vuelta en sentido contrario y un largo etcétera. Lo que de manera adicional a los riesgos personales que afrontan, pone en peligro la integridad de los peatones y puede ser causa de una colisión, ante la cual inmediatamente las redes sociales acusarán de “asesino” al chofer de un microbús o al automovilista que tenga la desgracia de toparse con un ciclista imprudente.
i) Las señoras armadas de tremendas camionetas. Dije armadas y dije bien, pues las utilizan como armas contundentes, sobre todo cuando van por la mañana a dejar (con retraso) a sus hijos a la escuela y una vez frente al plantel, les arreglan el cuello de la blusa o la camisa, los repeinan y los santiguan como si marcharan al frente de batalla, para después irse al desayuno con sus amigas, y, también, cuando regresan por ellos a la salida de clases y se les hace tarde para llegar a impartir las últimas indicaciones a la auxiliar doméstica en turno. No les importa estacionarse en doble o triple fila y si se topan con alguna otra madre aprovechan para ponerse al día, total, los demás pueden esperar o enfrentar sus iras si se les pide que despejen el área. ¿Y el proyecto de las autoridades de establecer un servicio generalizado transporte escolar para escuelas particulares?
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Marco añade muchas cosas más y nos incita a seguir agregando a la lista. Yo encantada de que las sumen en este espacio o en el que deseen. Es importante que nos oigan a nosotros y no sólo cuiden a los manifestantes que rompen ventanas y pintarrajean las paredes.