Veo por la televisión la gran conmemoración del desembarco de los aliados en Normandie donde caerían más de 9,000 soldados en lo que sería el inicio del fin de la Segunda Guerra Mundial y la liberación de Europa.
Los veteranos, hoy nonagenarios, recuerdan los hechos como si fuera ayer; las muertes, los compañeros, los conocidos en otros aniversarios. Presentes están los dignatarios de todo el mundo: desde Putin hasta Obama, que aprovechan el encuentro para echarse una platicadita.
Para el mundo un gran significado; para los Diez-Canedo otro muy doloroso.
Leyendo el Excélsior de la mañana con esta noticia de primera plana y ocho columnas, el abuelo cayó fulminado por un infarto. El apoyo que había querido para España nunca llegó, pero llegaba la esperanza de que Europa estaría a salvo.
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