lunes, 22 de septiembre de 2008

ACAPULCO

Hace cerca de tres años, mis buenos amigos me invitaron a pasar unos días en la casa que tienen en Trés Vidas, Acapulco. Ya que me considero cronológicamente dotada y la oportunidad la pintan calva, tomé mi camioncito en Taxqueña y, por la módica suma de $150 -si mal no recuerdo- me fuí comodísima y encantada a visitarlos. Desgraciadamente y por burra, me equivoqué de camión y, en lugar de llegar, como debía, a la estación que queda cerca de esta espléndida urbanización, llegué por donde quedaba el Papagayo, es decir, a la antigüa estación un poco remozada. Después del telefonazo consabido y para desfacer entuertos, tomé un taxi que me habría de cobrar el doble de lo que me costó el trayecto desde México.
Como suele suceder, el taxista era muy platicador y a mí me encanta enterarme de todo lo que ocurre por lo que me platican. A la vez que empezábamos la conversación prendió también el radio que, en lugar de una charrita del cuadrante tropical, iba transmitiendo las noticias. No habíamos dado la vuelta para llegar a la Costera cuando el reportero de la radio gritaba que en la Avenida Cuauhtemoc, o sea cerca de donde veníamos, unos tipos estaban disparando a diestra y siniestra correteandos por unos policías. Había heridos. Se oían los disparos, se oían los gritos, se hablaba de alguno que disparaba desde una azotea, y se iba relatando la carrera de estos sujetos hacia las tiendas de artesanías; o sea, hacia donde nos dirigíamos. Como yo el conductor oía todo esto pero no parecía especialmente alarmado. Debo decir que yo no estaba tan tranquila.
Seguía tranquilo por la Costera y ya sin las tremendas noticias, me empezó a contar que aquello empezaba a ser costumbre. "Antes", me decía, "todo estaba tranquilo, pero como ahora se andan disputando la plaza los de Sinaloa, los de aquí están rete enojados. ¿Ve usted todas estas casetas de policía vacías que están sobre el camellón? Pues están vacías porque les echan granadas y ya no se quieren arriesgar. Yo no sé por qué no los agarran, si todos saben quienes son y dónde se esconden y viven."
Taxista dixit.

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