Hace algunos años tuve un desencuentro acerca de nuestra promoción cultural en el exterior. Se trataba de enviar a Beijing la exposición de un artista mexicano.
El universo de nuestra producción artística es obviamente vasto y la responsabilidad grande. Se tiene que conocer nuestro mundo y también lo que puede tener buena acogida en el país que recibe la muestra. Los artistas del México actual no desean ser reconocidos precisamente por ser mexicanos sino por valer en un mundo artístico tan diverso y en ocasiones tan caótico como el de hoy. Lo que a nosotros nos parece excelso, en Europa puede parecer antropológico. Para muestra, hace más años todavía, visité una exposición de Tamayo en la Marlborough de Londres y quise escuchar lo que un par de ingleses un tanto despistados decían de la obra.
"Interesting", decía uno.
El universo de nuestra producción artística es obviamente vasto y la responsabilidad grande. Se tiene que conocer nuestro mundo y también lo que puede tener buena acogida en el país que recibe la muestra. Los artistas del México actual no desean ser reconocidos precisamente por ser mexicanos sino por valer en un mundo artístico tan diverso y en ocasiones tan caótico como el de hoy. Lo que a nosotros nos parece excelso, en Europa puede parecer antropológico. Para muestra, hace más años todavía, visité una exposición de Tamayo en la Marlborough de Londres y quise escuchar lo que un par de ingleses un tanto despistados decían de la obra.
"Interesting", decía uno.
"Interesting color", reflexionaba el segundo.
Así la flema británica. ¿Qué pensarían los chinos, me dije?
En fin, resulta que a mí se me ocurre proponer llevar una muestra de la obra de Gilberto Aceves Navarro y mi jefe difiere de mi opinión. "¿Cómo se te ocurre?", me dice. "Hay que llevar obra de artistas jóvenes."
En fin, resulta que a mí se me ocurre proponer llevar una muestra de la obra de Gilberto Aceves Navarro y mi jefe difiere de mi opinión. "¿Cómo se te ocurre?", me dice. "Hay que llevar obra de artistas jóvenes."
Entonces si me enojé. Louise Bourjoise es joven, le dije. La pintura de Lucien Freud, a pesar de su temática, es una pintura vigorosa fuerte, de joven.
Louise Bourjoise ha muerto a los 98 años. Hace 3 años produjo esta araña convertida en pañuelo; uno de la serie realizada con telas de vestidos suyos, de su madre o de otros seres queridos.
Me extraña la pieza si la refiero a otras de gran fuerza. Sigo leyendo la nota de El País. . . "Vestirse es también un ejercicio de la memoria. Me hace explorar el pasado, pensar en cómo me sentía cuando llevaba cierto vestido. Los trajes son señales de tránsito en la búsqueda del pasado" escribía la siempre joven Louise Bourgeois.
No hay comentarios:
Publicar un comentario