domingo, 31 de octubre de 2010

LA CONTIENDA INTERMEDIA

Las cartas parecen estar echadas. De acuerdo con los expertos, las encuestas y demás, los republicanos bien pueden ganar las elecciones intermedias de Estados Unidos a realizarse mañana y quedarse tanto con la Cámara de Representante como con el Senado. De la Cámara de Representantes parecen estar seguros, del Senado no tanto. Mañana se verá.
Si los demócratas ganan por un margen estrecho, tendrán la Cámara de Representantes pero no tendrán el poder para llevar a cabo las reformas que, de acuerdo con su política, el país requiere. Si ganan los republicanos tendrán el poder y la responsabilidad de gobernar en una economía en crisis y en buena medida propiciada por la administración de George W. Bush. Es como para pensarlo. A lo mejor de esta forma podrían tratar de negociar en lugar de decir que no a todo.
El presidente Barak Obama reaccionó tarde ante la embestida republicana y del Tea Party -que habrá que poner en mayúsculas de ahora en adelante. Es claro que la resplandeciente figura de la ex candidata republicana a la vice presidencia de aquel país puede no saber quienes eran los formaban el equipo de founding fathers que les dió patria pero es más simpática y más querendona que Obama. Este es demasiado creido, se siente muy inteligente y no apapacha al electorado.
En entrevista con Peter Baker del New York Times para la revista de este diario, se observa que Obama no se ha esperado para reflexionar sobre aquello en lo que se equivocó y en lo que debe hacer para cambiar este ambiente adverso en los próximos dos años. De no hacerlo sólo tendrá ese corto período para lograr lo mucho que se propuso en campaña.
Para empezar, dice a Baker que no es suficiente saber que tiene razón si nadie está de acuerdo con él y que el éxito se determina cuando se logra conjugar la política y las políticas, que no se puede olvidar de la opinión pública, las relaciones públicas y la comunicación. En política, dice Baker, el teatro importa. Sabe y siente que ha perdido comunicación con aquellos que lo llevaron a la presidencia pero de ninguna manera descarta lo hecho pese a que la izquiera considera que hizo demasiado poco y la derecha demasiado.
Un presidente ahora encanecido, que aún no cumple dos años en el poder, piensa y se propone corregir en un ambiente impaciente por resultados donde todo lo que huela a Washington es indeseable. Mejor tener iletrados que la intelligentzia washingtoniana.
A pesar de estar consciente de lo anterior, al presidente no le gusta y no le funciona. Es más para los estadios que para charlas en corto. Lo sabe, se lo han dicho y se propone (?) cambiar. Difícil cuando se considera en lo correcto.
No obstante se le verá enfrentándose a la necesidad de negociar con los republicanos y, posiblemente, obtener algunos acuerdos en progrmas educativos, energéticos y financieros al giual que una difícil reforma migratoria que a nosotros tanto nos preocupa. ¿Qué podrá lograr?; ¿qué entra en el campo de lo posible?; ¿logrará una mejor comunicación con los estadounidenses en general?
De un presidente inteligente todo el orbe espera buenos resultados pues a todos incumbe.

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