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Claro, tenía razón.
Subían las lámparas y sin telón de por medio, la escena presentaba un semi óvalo de un violeta muy claro (¿sería por Violeta?) y un hombre de negro con un impermeable abrigo bastante largo que se sentaba de espaldas junto a un enorme reloj que estaba al rededor de las 10:00 menos 10.
Es el médico que indica a Violeta que va a morir pronto pero es también la muerte.
Es ahí donde irrumpe Marina Poplavskaya cuya impresionante voz nos dejaría atónitos a la mayoría.
Ya Willy Decker había presentada otras obras alejándose de lo tradicional. Su Carmen no me gustó: las cigarreras salían de un sótano y parecían campesinas rusas. Su Tosca me gustó más aunque de repente asustaba la escenografía más bien fascistoide. Pero es cierto que ya Zeffirelli está demasiado visto y gastado. Dentro de unos años volverán a poner estas escenografías y vestuarios y el público se vendrá abajo en aplausos pero hoy por hoy, da gusto ver una nueva producción.
El coro es otra cosa que debe aplaudirse con creces. Hombres y mujeres vestidos de smoking que siguen a la cortesana con copas, la levantan en un sofá rojo como su vestido corto y de cuando en vez aparecen por encima del óvalo observando la escena y la evolución de su relación con Alfredo, el tenor Matthew Polenzani -adecuado, poca voz pero no como para escribir a casa aunque el crítico del New York Times diga que tiene una dulce voz y es elegante (no así cuando se le ve en calzones)- y il suo vechio genitor, el barítono Andrzej Dobber-un poco más aplaudible.
Leo que esta Traviata se presentó originalmente en el Festival de Salzburg -ese al que siempre quise ir- en 2005 con Anna Netrebko Rolando Villazón y veo que puede conseguirse en DVD. (Wish list)
En el segundo y tercer acto que se presentan juntos, con el reloj siempre presente ahora medio cubierto con una tela de flores que aparece cubriendo también cinco sofás, el techo y las batas de Violeta y Alfredo. El reloj sigue adelante y la voz de Violeta, de pie, sentada o acostada es un prodigio.
En el segundo y tercer acto que se presentan juntos, con el reloj siempre presente ahora medio cubierto con una tela de flores que aparece cubriendo también cinco sofás, el techo y las batas de Violeta y Alfredo. El reloj sigue adelante y la voz de Violeta, de pie, sentada o acostada es un prodigio.
Finalmente despojados de sus batas de flores, los sofás sin sus cubiertas ahora blancos, fuera la tela del reloj, las flores se empiezan a tornar grises y Violeta sigue cantando sus penas en un camisón blanco y el pelo rubio larguísimo. “Addio, del passato”.
A la salida también escucho los comentarios y Zeffirelli está en boca de muchos que han dado por llamar Eurotrash a estas nuevas producciones y piensan que por los pocos elementos que contienen el asunto se debe a la crisis.
Otros comentan en el mal largo del vestido rojo y el camisón blanco de la Poplavskaya.
A mí me encantó.
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