lunes, 8 de agosto de 2011

DOS MUNDOS

Mientras en Occidente nos preocupamos por los terrores financieros, los somalís se mueren de hambre. Los pronósticos indican que la sequía seguirá amagando a este pueblo que lleva a cuestas a sus niños en busca de agua y algo qué comer. Andando a veces durante 30 días, casi medio millón de ellos se encuentra asinado algún campo de refugiados al abrigo de la ayuda internacional y los cuidados de médicos sin frontera que difícilmente pueden hacerse cargo un problema de esta magnitud.  Veintinueve mil  niños han muerto en las últimas 2 semanas.

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