miércoles, 24 de octubre de 2012

"LA ARISTOCRACIA OBRERA"

La plática siempre era muy sabrosa con Miguel de la Madrid y su esposa Paloma. Solíamos irnos al cine los sábados y comernos de pasada unas tortas. Hacíamos fiestas, vacacionábamos juntos, en fin todo lo que suelen hacer los buenos amigos. Hete ahí que nuestro gran amigo resultó el elegido del Partido Revolucionario Institucional (o del Presidente López Portillo) como candidato a la presidencia y eso planteaba serios problemas. Ir al cine y comer tortas ya no era posible. El candidato siempre iba custodiado, seguido y eso entorpecía la situación a la que estábamos acostumbrados.

 
A principios de 1982, de la Madrid Hurtado estaba en plena campaña y fuimos invitados a diversas giras y eventos. Recuerdo una ocasión en que fuí invitada a una reunión en Jurica. Llegaba retrasada porque venía de otro evento en no sé que parte. Al mismo tiempo que yo, llegaba un autobus del cual bajaron unos sujetos bastante mal encarados, enpistolados y creo que alguno llevaba una metralleta.
El asunto me pareció preocupante. No estabamos acostumbrados a eso, no conocíamos el tema de los narcos y, sobre todo, resultaba terrible en una campaña presidencial.
Envalentonándome entré en aquella capilla donde se realizaría el evento y escucharía al candidato junto a aquellos tipos singulares.
¿Quienes son?, pregunté en cuanto pude.
Es La Quina y la cúpula del sindicato petrolero, me dijeron casi en secreto.
Si mal no recuerdo, La Quina increpó al candidato indicando que si el candidato estaba con el sindicato, el sindicato estaría con el candidato, dejando abierta la otra opción (a punta de metralleta, pensé).
Pasado el evento y el susto, pregunté al amigo y entonces candidato la razón para aguantar semejante agresión. Calmado, me contestó que difícilmente nos podíamos pelear con "la aristocracia obrera".

En aquel entonces, al pasar de bancario -como se decía Don Rodrigo Gómez- a Director del Infonavit, dejamos a los Rothchild y a los Rockefeller y nos codeábamos con Sánchez Madariaga, Don Fidel (yo no mucho), el líder de los electricistas de cuyo nombre no puedo acordarme pero era un señor muy engominado que me besaba la mano, Jongitud estaba vigente, y admirábamos las proezas de la cacería de Joaquín Gamboa Pascoe, comíamos chinicuiles en los llanos de Apan y el líder de los camioneros nos invitaba a unas deliciosas carnes que asaba su compadre de Chihuahua.  Yo sentía que finalmente estaba conociendo México, curtida y capaz de alternar con esa aristocracia.
Sí, pero no con La Quina enpistolado.
Ya no estará la Quina pero por supuesto está Romero Dechamps que ocupa el puesto desde hace 22 años; la Maestra Gordillo tiene secuestrado al sector educativo desde que acabó con Jongitud. Doy fé de que esta mujer tiene un colmillo político muy filoso pero, como ella no habla con mujeres nunca he tenido la oportunidad de hablar con ella (no que tenga ganas). Tengo la impresión de que Joaquín Gamboa en la CTM ni pincha ni corta y Hernández Juarez parece un líder bastante razonable.
No es fácil eliminar, abrir, o mejorar al sector obrero organizado, el sindicalismo o los sindicatos. Cualquier partido que gobierne este país se las tendrá que ver con ellos. Necesitan ese voto corporativo para gobernar.
Triste pero cierto. Sin embargo, no hay que echar por la borda las ganas de cambiar.

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