Hace 50 años, nuestra hija Tere estaba a punto de cumplir 3 añitos y Eugenia nacería en un par de meses. Aquel fue el momento en que su padre, un joven funcionario del Banco Interamericano de Desarrollo decidió unirse a las 250,000 personas reunidas alrededor del monumento a Lincoln en la gran explanada o mall de la ciudad de Washington.
Al volver de aquella marcha emblemática para el pueblo estadounidense y principalmente para la población ahora llamada afro-americana, Jesús Silva-Herzog Flores pudo estar donde un predicador llamado Martin Luther King había escuchado las palabras
de la maravillosa cantante Mahalia Jackson diciéndole "platícales sobre tu sueño, Martin". El ministro bautista dejó lo que llevaba escrito y resonaron sus palabras "I had a dream".
La emoción embargó a aquel mexicano que volvió a casa como si él fuera el del sueño que había sentido y escuchado.
La historia del magisterior en México es larga pero al inicio del actual régimen parecía tomarse una importante decisión: se designaba a Emilio Chuayffet Secretario de Educación Pública.
Esta decisión, en medio de un gabinete de perfil mexiquense tecnocrático parecía mandar una evidente señal: con el brazo fuerte del Secretario acabaría el reinado de "la maestra" y la reforma educativa tan necesaria para el desarrollo indispensable del país podría llevarse finalmente a cabo.
Muy pronto, esta esperanza se cumplió. Pero. . . la posibilidad de una reforma completa de la educación cada vez se siente más lejos. Una comentarista en la radio (Paola Rojas) decía que lo aprobado ayer -en una sede alquilada y cara- era como tener dos raquetas en un partido y ninguna pelota: la pelota había desparecido de la agenda legislativa ahora secuestrada por un amplísimo contingente de "maestros" no permitió la entrada ni al recinto legislativo ni a la tercera propuesta, la de la pelota.
Ante un caos vial, comercial, etc., aquello de que "El respeto al derecho ajeno es la paz", que nos legara el benemérito se lo pasan por el arco de triunfo.
El zócalo es nuestro como lo son las avenidas que llevan allí; el congreso es nuestro así como las estaciones del metro y las calles aledañas; la Avenida Reforma es nuestra lo mismo que el aeropuerto internacional.
Y, ¿dónde está por lo menos Chuayffet en quien confiábamos para desfacer entuertos?
El diario Reforma, en su columna diaria "Templo Mayor" señala:
QUIEN RESPONDA la siguiente pregunta tendrá un punto extra en la calificación final: ¿dónde diablos se metió Emilio Chuayffet?
RESULTA más que extraña la ausencia del secretario de Educación, precisamente ahora que la reforma educativa ha quedado sepultada.
Y NO ES por amarrar navajas, pero los diputados beltronistas afirman que por instrucciones del funcionario y de Los Pinos se decidió echar abajo -posponer, dicen ellos- el tema de las evaluaciones a los maestros.
SEGÚN lo que se decía en la SEP, Chuayffet en persona tomó en sus manos la redacción de las leyes secundarias y la respectiva negociación tanto con los partidos como con el magisterio y, se suponía, todo estaba planchado. Ya se sabe que no fue así.
POR ESO, ahora que los maestros de la CNTE tienen del pescuezo al DF y los legisladores resultaron correteados y humillados, más de uno se pregunta ¿por qué Chuayffet no da la cara?
No menos grave es la decisión del gobierno de la ciudad de actuar lo menos posible. Nadie puede estar en desacuerdo con el derecho que tiene todo ciudadano a manifestarse y estar en desacuerdo con una medida ni con el deber de la autoridad de impedir a toda costa un derramamiento de sangre pese a que se observó a algunos personajes del contingente que se dirigía al aeropuerto con bombas molotov en las manos.
Pero, ¿y el resto de los ciudadanos que no podemos transitar, perdemos nuestro vuelo, nos rompen las ventanas de nuestros comercios y restoranes y, sobre todo, los que deseamos una mejor educación para los niños y jóvenes de nuestro país? ¿Dónde está nuestro derecho?
Recibo con gran gusto la invitación que me envía Roberta Lajous a la presentación del libro de su padre, Adrián Lajous que contiene una recopilación de sus artículos en el diario Excélsior hace la friolera de veinte años.
Hombre de gran valor y enorme simpatía, a Adrián lo quise y admiré muchísimo, de manera que, haciendo uso de una memoria que he ido perdiendo desde entonces, recojo un artículo que escribí para el diario El Economista titulado "Las Gladiolas de Adrián" que procedo a transcribir por aquello de que pudiera interesar.
04/10/92
Las Gladiolas de Adrián
POR MARÍA TERESA MÁRQUEZ
Los que estudiamos economía en la prehistoria y, con más agravantes, en la Escuela Nacional de Economía de la UNAM, pensábamos que todo país que se preciara de serlo debía ser autosuficiente en todo: esto es, alimentación, vestido y vivienda.
Es más, creo que en aquel entonces nuestros gobernantes nos comunicaron jubilosos que había alcanzado esta autosuficiencia.
Todo estaba encaminado para ello. Había que producir x millones de toneladas de maíz, frijol, huevo, carne, leche, etc. y viviendas para una población que crecía al 3.5% y z textileras elaborarían las prendas de vestir de nuestros 70 millones de habitantes.
Sustitución de importaciones era lo nuestro.
Logrado esto, nuestros excedentes se exportarían para obtener "la mantequilla sobre el pan" vía importaciones.
Algo inquietaba nuestra ínsula, isla, comunidad cerrada independiente: una "obscura" teoría de un tal Ricardo que, a pesar de haberse lanzado a la luz doscientos años antes, irrumpía en la única verdad de la economía autosuficiente que dictaban nuestros maestros a diestra y siniestra (más bien esta última) "la teoría de las ventajas comparativas".
¿Qué decía a los escépticos esta teoría?" Pues ni más ni menos que debíamos producir sólo lo que hiciéramos con eficiencia y aquello con lo que puddiésemos competir favorablemente con otros países.
Esto es, más o menos (para párvulos) que produjéramos maíz, frijol y cemento si en eso éramos eficientes y vendiéramos los excedentes. Con estos importaríamos la carne, la ropa y la maquinaria para producir los bienes manufacturados que nuestros habitantes requieren para bien vivir.
Lógico, pero durante muchos años seguimos deseando ser autosuficientes en todo. Tanto, que resultó novedoso cuando Adrián Lajous, yendo de lo sublime a lo ridículo (mais non tanto) escribió que lo que debíamos exportar eran gladiolas -producto que México producía a bajísimo costo y muchos países deseaban comprar- para importar lo que requeríamos para otros menesteres. ¿No era cierto que Holanda hacía y hace lo propio con los tulipanes?
Ante semejante confrontación ideológica, hubo uno que otro "infrarrojo" que increpó a Adrián diciendo que deseaba sujetar al pueblo a lo que otros países quisieran venderle y acabar con su soberanía (¡!).
Hoy pocos mexicanos habrá que -haciendo un llamado a David Ricardo y su teoría de las ventajas comparativas- no pidan a los Todopoderosos que eviten mandar "atletas" a las olimpiadas del 96. Desgraciadamente ahí ni gladiolas tenemos.
Podríamos, por otra parte, volver para el caso los ojos a los países de la Comunidad de Estados Independientes o cuba y sembrar atletas (o gladiolas) para lograr las anheladas medallas. Estos países no supieron qué hacer con su economía pero ciertamente han sabido crear atletas. Emulándolos, debemos de veras invertir en un CEDOM que beque a niños (sí, niños) que coman bien, duerman bien, y entrenen todo el día durante diez años en unas cuentas (si, sólo unas cuantas) disciplinas.
Si no es así, por lo menos aprendamos a callarnos. No ensalcemos a personas dignísimas que se han de sentir chinches porque no traen al país el oro, sin haber tenido jamás una posibilidad real de hacerlo.
De repente, la televisión nos ofrece interesantes oportunidades para aprender de lo que otros países -principalmente Estados Unidos- hacen en favor del mundo y sus alrededores.
En el programa del 4 de agosto me enteré de lo que el multibillonario Bill Gates, mi héroe favorito, hace con su dinero y Fundación y lo que aprendió de los manuscritos de Leonardo Da Vinci. El de la foto,
adquirido en subasta por más de 30 millones de dólares, le permitió identificar la forma en que fluye el agua en los ríos y concluir con la construcción de un escusado que incluye todo lo necesario para llevarlo a aquellos lugares donde el agua es escasa y los ríos muy contaminados.
Me entero, asimismo, de lo que la policía de Springfield -previamente compuesta de soldados destinados previamente en Afganistán- utilizaron un programa piloto de "contra insurgencia" frente a barrios ocupados por bandas que vigilaban "sus territorios" de acuerdo con las comunidades de la ciudad. La policía se apoyó en líderes de la comunidad antes incomunicados entre sí y guiados por un profesor de ingeniería de Harvard que había estado al frente de contra insurgencia en Afganistán.
La respuesta está en hacer amigos en la comunidad y, de acuerdo con una tarea que puso a sus estudiantes de la universidad para diseñar el programa.
De acuerdo con el programa diseñado de recolección de datos de todo tipo, desde grafiti, tatuajes, historial criminológico, nivel de escolaridad, etc. de estos grupos, han visto disminuir notoriamente el índice de criminalidad.
Supongo que muchos, o al menos el Dr. Mondragón y muchos directores de seguridad de nuestro país conocen estos programas y espero que los estén aplicando. En una de esas también salen en 60 Minutes.
Ayer me recordaba Hugo García Michel en el diario Milenio aquel excelso momento en que Andrés Manuel López Obrador dijera "¡No me importa que se hunda Pemex, ya lo rescataré yo cuando sea presidente!" Hoy 4 de agosto y en el mismo periódico, Román Revueltas relata el drama que se vive en Tepoztlán donde se bloquean carreteras para que no se construya otra que uniría la pera con Cuautla.
Amén de este asunto, los mexicanos sufrimos bloqueos para viajar a cualquier parte, sea por trabajo o asueto. Los que consideran que no pasa nada ni nadie por un estado; los indignados con el gobierno de todos los colores y sabores: los maestros que no quieren que los evalúe nadie; los electricistas que siguen lucrando con una empresa que dejó de existir hace años; los narcos que están dispuestos a todo; los que quieren una presa y los que no la quieren, los que quieren expulsar a un gobernante y los que no quieren pagar impuestos. El caso es frenar todo y las razones son infinitas: buenas, malas u lo que sea.
¿Desarrollo? ¿Seguridad? Ya la tendrán cuando gobernemos nosotros -quien quiera que sea.
No es diferente en el vecino país del norte donde los republicanos y, sobre todo el tea party consideran que bloquearán cualquier cosa que venga de Obama. Se cuentan 53 las veces que han votado en contra de la ley de seguridad social llamada ahora por todos Obama care. De infraestructura, promesa de campaña, el resultado es cero: sus ferrocarriles siguen estando en las mismas condiciones que en la década de los años cincuenta del siglo pasado -salvo honrosas excepciones- y odian todo aquello que pudiera parecerse a Europa. Las carreteras están llenas de hoyos y en un país que está saliendo a duras penas de una crisis feroz, la posibilidad de gastar en lo de veras necesario y daría trabajo a cientos de miles de personas les resulta inconcebible. Cierto que su déficit se cuenta por trillones pero ¿no ha sido siempre así?
¿Será este el futuro de la humanidad o es sólo idea mía?
En un espléndido artículo de New York Review of Books acerca de las falsificaciones de arte que me envía Toño Lazcano, aparece esta no menos espléndida fotografía del policía y curador Guy Isnard, uno de los primeros especializados en el tema. El Grand Palais de París realizaría una gran exposición de falsos en 95.