El Shun Lee de Nueva York es un restaurant añoso y un tanto pasado de moda que a media tarde suele estar bastante o muy vacío. Eran más o menos las 3 de la tarde y pensé que sería un buen lugar para comer. Estaba sola y el lugar me recuerda a mis padres, a mi marido y además es un sitio donde mis hijos y yo hemos compartido cumpleaños y comidas con amigos.
En el recuerdo estaba cuando veo, frente a mí pero del otro lado del restaurant, a un señor inconfundible con su cachucha roja. Sin duda era Michael Moore, ácido activista, escritor y comentarista acerca de todos los males del sistema estadounidense.
Sintiendo, como sentimos casi todos los mexicanos, que el desastre se nos viene encima a pasos agigantados, decidí que era la persona ideal para preguntarle lo que piensa de nuestro porvenir y, de plano lo que él piensa escribir y comentar sobre Trump.
Derechita o "ni corta ni perezosa", me levanté de mi mesa y me fui a hablar con Moore. Sr. Moore, le dije, I am Mexican. What are we going to do?
-Usted sabe que es racista, me contesta.
La contestación obviamente requería muchos comentarios más pero, sentada como estaba junto a su compañero de mesa, me pareció lógico y educado disculparme y preguntarle su nombre.
-"Harry", me contestó y yo me fijé más en el y me dijo "Harry Belafonte".
No me quedó más remedio que pedirle que si podía cantarme algo, a lo cual me respondió
-"Not if I can help it". Muerta de risa, se me olvidó totalmente Trump y mi objetivo de comentar las cuitas de los mexicanos.
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