lunes, 28 de diciembre de 2009

LOS ECONOMISTAS, EL PROGRESO Y MÉXICO

En su columna del domingo en el diario Reforma, Gabriel Zaid se refiere a la afirmación de la revista The Economist ("Raining on India's parade. What India can learn from Brazil about controlling capital flows", 31 de octubre 2009) acerca de la pérdida de fuerza del argumento liberal en favor del movimiento libre de capitales en los países subdesarrollados y continúa con el fracaso de los economistas -o la ciencia económica- para hacer frente a las viscisitudes de crisis y subdesarrollo ya vapuleadas anteriormente por Krugman.
"Esta autocrítica gremial -señala Zaid- no se ha visto en México, con la excepción notable de Edmundo Flores. Siendo economista, se atrevió a decir que la economía mexicana había funcionado bien hasta que llegaron los economistas. Tenía razón. El crecimiento económico más estable y prolongado del siglo XX estuvo a cargo de un abogado: Antonio Ortiz Mena. Pero ni los economistas posgraduados en Inglaterra (que llegaron despreciando a Ortiz Mena y anunciando que lo superarían) ni los posgraduados en los Estados Unidos (que llegaron despreciando a los de Inglaterra y anunciando el retorno al "desarrollo estabilizador") han aceptado su fracaso profesional y su contribución a los desastres de la economía mexicana. El milagro económico mexicano lo construyeron los abogados y lo destruyeron los economistas."
Salvo honrosas excepciones, debo decir que estoy totalmente de acuerdo. Al tiempo que Ortíz Mena en Hacienda, estuvo Don Rodrigo Gómez en el Banco de México y Don Rodrigo se había iniciado en las finanzas como cambista. Claro, ambos, abogado y cambista, tenían tras sí un fuerte equipo de economistas que respaldaban y ayudaban a moldear las políticas de Estado como es el caso de Fernández Hurtado, Rafael Izquierdo, Gustavo Petriccioli y Mario Ramón Beteta, entre los mayores, y Miguel Mancera, Jesús Silva-Herzog y Leopoldo Solís en la segunda camada.
Y luego. . .llegó Echeverría quien, con dedo flamígero y un "arriba y adelante", decidió que las finanzas se hacían en Los Pinos y con excepción de excepciones, no hemos vuelto a levantar cabeza.
En su edición navideña, el multicitado The Economist debe leerse un tanto de cabo a rabo. Además de un artículo excepcional titulado "Socrates in America", brinca uno con el título de "Onwards and upwards" (¡arriba y adelante!) acerca de la falta de inventiva o creatividad de los gobiernos para llevar al progreso -¿en nuestro caso el desarrollo?.
Otro artículo de la revista, este sobre México y principalmente la lucha contra el narcotráfico apunta: Mexico, in its current chastened mood, will no doubt grit its teeth and say nothing.
Así se ve México: no tiene nada que decir.

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