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Ante situaciones tan críticas como las que estamos enfrentándonos -sin contar la de la falta de seguridad que se ensaña con tirios y troyanos- me sigue sorprendiendo la actitud de muchos y recuerdo con cariño y admiración a María Esther Zuno de Echeverría, primera dama de México entre 1970 y 1976.
La recuerdo en muchas de sus valientes enseñanzas pero ahora, la recuerdo cuando, en ocasión de la fractura de una presa cercana a Irapuato, los habitantes se sentaron en la banqueta a esperar que el Supremo Gobierno llegara a arreglarlo todo. María Esther -la Compañera- pidió una escoba y se puso a barrer y las catrinas la criticaron: ¿la Primera Dama de México barriendo? ¡Acto de lesa majestad!
Vuelvo a ver ahora por televisión a los muchos que reclaman ayuda. La falta de drenaje adecuado es culpa del gobierno; la lluvia no aunque por ahí hay un pleito estúpido entre el gobierno del Distrito Federal y la Comisión Nacional del Agua sobre si avisaron o no de que la eterna tormenta ocurriría. Veo también a pocas personas -o civiles- ocupándose de la labor de limpiar, barrer, recoger o tirar lo que es o fue suyo. Gente joven y obviamente con posibilidad de ayudar sigue sentada arriba de un coche esperando que las autoridades hagan la labor.
¡Hay que barrer, compañeros!
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