Así como el idealismo en los políticos me da enorme desconfianza e incluso temor, lo exijo en el intelectual, el creador, el músico o el pintor; este debe ser el más idealista entre los idealistas.
A Daniel Barenboim le enseñaron que el músico ideal debe pensar con el corazón y sentir con la cabeza. Esta enseñanza la ha llevado a otras esferas de su vida. En reciente artículo autobiográfico, apunta que es "el único israelí del mundo que también puede enseñar un pasaporte palestino en los puestos fronterizos israelíes". Nada retrata al músico mejor que este hecho. Siendo su patria Israel, Barenboim es ciudadano del mundo y un idealista que nunca aceptará la solución de la violencia y las armas.
En "Nunca habrá una solución militar", Baremboim dice que la situación de Israel le hace sufrir y que todo lo que hace tiene que ver con este sufrimiento: "citar la Constitución israelí en la Knesset, fundar la Orquesta West-Eastern Divan junto al escritor Edward Said, organizar una escuela musical infantil en Berlín o, como ha ocurrido hace poco en Jerusalén, ofrecer un concierto para los dos pueblos. Algunas de estas actividades obtienen una atención exagerada de los medios de comunicación, pero yo las hago porque me enloquece comprobar hasta dónde podemos llegar cada día los judíos con nuestras injusticias, y lo mucho que ponemos en peligro la futura existencia de Israel."
Todo lo anterior en ocasión del sesenta aniversario de la nación de Israel, en que este enorme músico judío se dice optimista en el largo plazo pues la música le da esta esperanza.
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