lunes, 5 de mayo de 2008

ZÓCALO

No, no me refiero a ese circo de tres pistas -más lo que se acumule en la semana- que fue nuestra Plaza Mayor, pero, me pregunto, ya entrados en gastos, ¿no valdría la pena retomar aquella idea del Prof. Hank y Ramírez Vázquez de presentar allí Luz y Sonido? Supongo que a este asunto volveré otro día.
En realidad de lo que me acordaba en estos momentos era de aquel tabloide así llamado que nos daba la crónica diaria, con pelos y señales, de lo que acontecía en esta ciudad hoy poco angelada. El número al que me refiero llevaba a lo largo de su primera plana estas ocho columnas-no columnas
SE ALBOROTÓ EL MADRERÍO

Y, sí, ha llegado esa bella época del año en que los corazones de las madrecitas mexicanas empiezan a trepidar con su festejo: ¿Qué me irán a regalar mis hijitos? Por sugerencias no queda, pues los periódicos llevan un par de semanas pesando uno o dos kilos más y, con el lujo de los suplementos, cualquier hijo bien nacido sabe a ciencia cierta que para el amor de sus amores lo mejor sería el nuevo Ipod color de rosa, un brillantito de los de Tiffany, alguno de esos relojes que salieron la semana pasada en un gran tomo o algo del que ayer vimos sobre perfumes -o fragancias como hoy se llaman- y maquillajes.
Ellas no saben si lograrán ser Totalmente Palacio o si el presupuesto alcanzará sólo para Walmart; están muy conscientes de lo mal que está la situación. "Pobrecitos de mis hijos", se lamentan. "Ellos son realmente muy buenos. Siempre me sacan a pasear en este día. Me pongo mis mejores trapos y toda la cuadra me felicita. Dios quiera me lleven a La Flor de Lis, aunque no sé bien a bien si todavía existe. Era tan bonito estar allí con ellos y los nietos. Ojalá y me inviten a su festival; uno de los angelitos va a salir bailando de brasileño y la nena va a recitar. Pero, qué lástima que hoy ya no se sepan aquello tan bonito de Mamá, soy Paquito. No haré travesuras. . . y un cielo impasible despliega su manto. En fin, seguramente será lindísimo lo que haga. A mí siempre se me enchina el cuerpo y me brotan las lágrimas."
La sensiblería alcanza límites cada vez más sublimes y lo Sara García frente a Chachita le sale hasta a la más pintada. Ni quien se ría como ayer de los Polivoces con su plancha eléctrica con o sin el cordón. Por mi parte, las raíces pesaron mucho: mis padres siempre se rieron como locos de estas manifestaciones de la vida cultural mexicana. Esto me llevó desde el enojo cuando personas que ni remotamente podían ser mis hijos me felicitaban e incluso mandaban flores por el sonado día, hasta la hilaridad al escuchar alguna de las canciones alusivas salidas de la garganta de mis hijos. Huelgue decir que después de los consabidos regalitos con palitos de paletas heladas y cojines multicolores, mi actitud llevó a mis hijos a descartar sus deseos de expresar su amor eterno por su madrecita adorada. Es más, si recibo alguna llamada de ellos, estoy segura de que tendrá que ver con este blog. Así, confundida al pensar qué tipo de ilustración puedo poner aquí, encuentro varias muy ad hoc pero he decidido elegir la que mejor me sienta.

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