Se dice que conocemos a los buenos amigos cuando los vemos en la presentación de nuestro libro, de manera que cuando una buena amiga presenta un libro hay que ir. En el caso del nuevo ensayo de Anamari Gomís, el asunto no es de obligación, sino un placer. Aunque el título del libro -Los demonios de la depresión- es un tanto escalofriante, no me cabía duda de que Anamari tendría algo gracioso que contar y ya, para empezar, el acontecimiento prometía ser sui generis. Primero, me habían dicho que se realizaría en el Castillo de Chapultepec, of all places. Luego los organizadores optaron por el Restaurant del Lago donde una legión de guapas edecanes en largos y escotados trajes negros me condujeron al lugar de la presentación. El presidium de 8 lugares me aterró un poco pero, bueno, Anamari con toda seguridad lo había pensado bien.
Pues sí, los demonios de Anamari llevaban un gran elenco. No sólo escucharíamos a Federico Reyes Heroles y a Jorge Volpi, sino también a la Dra. Ontiveros, Presidenta de la Asociación Psiquiátrica de México, al Dr. Jesús Kumate, al Director de los Laboratorios Wyeth, al editor de los Cuadernos de Quirón, Mauricio Ortiz y, para cerrar con broche de oro, el Secretario de Salud, Dr. José Ängel Córdova Villalobos.
Sí, como era de esperarse, de Reyes Heroles y Volpi una sala repleta de personalidades escuchó interesantes palabras tanto sobre la autora como sobre la depresión. Luego, me resultó muy interesante e inteligente que para la publicación, el editor hubiera logrado el patrocinio de dos de los principales interesados en el tema: esto es, la Secretaría de Salud y uno de los fabricantes de antidepresivos, los Laboratorios Wyeth.
Al terminar las alocuciones del resto de los expositores, Anamari, con su ángel montado en el hombro, encantó a los presentes explicando sus procesos depresivos y exhaltando la comprensión de sus parientes y amigos, en especial la de su marido, Salvador y su hijo Sebastián.
Ya en casa me propuse atacar los demonios de Anamari. Estaba enterada de sus ataques de pánico, pero nunca me imaginé que su depresión o depresiones hubieran tenido las manifestaciones que apunta en este ensayo autobiográfico. La autora es una mujer tan alegre y dicharachera que les difícil pensarla deprimida. A lo largo del texto, Anamari entra y sale del relato de su propia historia para apuntar diversas interpretaciones de la enfermedad y diverfsas formas de atacarla. Pero hay que leerla con cuidado para darse cuenta de los extremos a los que puede llegar un padecimiento mal atendido. Por fortuna, ya no es el caso de Anamari que puede relatar y aconsejar sobre las formas de enfretar los distintos tipos de depresión.
P.D. No puedo dejar de comentar el negrito en el arroz en la presentación de Los demonios de la depresión. En el más puro ejemplo de la prepotencia oficial de todos los tiempos, el Secretario de Salud llegó una hora tarde e interrumpió la presentación de Jorge Volpi. Todos hubieron de ponerse de pie y aplaudirle. ¿De parte de quién?
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