¿Quien no quiere para sí y los suyos la felicidad? Les propongo que nos mudemos a Bután. En este pequeñísimo país del Himalaya, donde el rey -hijo del anterior- acaba de ser electo por voto popular, el Producto Interno Bruto se mide en términos de la felicidad de sus habitantes. Y, sí, allí más de dos terceras partes de los habitantes son felices de acuerdo con la Comisión que determina la Felicidad Nacional Bruta. Más aún, la filosofía del estado butanés, mide su éxito de acuerdo el desarrollo sustentable, la protección del medio ambiente, la conservación de la cutura y el buen gobierno. ¿Qué más podemos desear?
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