Por ser paap-ni-bhoomi, esto es, la tierra del pecado. Suketu Mehta, profesor de periodismo de New York University, explica en su artículo del New York Times que, sin importar su religión, cualquier extremista o predicador lanzaría sus más virulentos sermones en contra de esta ciudad amante de los placeres, el lucro y lo profano cual la Sodoma o Gomorra del presente. Si bien aquí la pobreza extrema coexiste con la exagerada riqueza, el pobre considera que si trabaja arduamente y es listo, su ciudad le permitirá hacerse de una fortuna fabulosa. Bombay es Bollywood y es tal la atracción que ejerce, que añade un millón de habitantes al año en busca del milagro indio.
No obstante, los demagogos de diversos signos desean que las turbas vuevan a las calles y se maten en nombre de Dios; que haya guerra entre India y Pakistán; que India salga de Kashmir; que se arrasen las mezquitas y bombardeen los templos y se expulse a los musulmanes indios.
Los estudiosos de las tácticas de los terroristas señalan que Bombay es fácil de atacar. Cualquiera puede entrar en un hotel, un hospital o una estación de trenes. No existen (o en ese momento, no existían) detectores de metales. Además, resulta imposible contener a las multitudes. Si en otras partes se escucha una explosión, todos corren para alejarse pero aquí, van corriendo hacia ella. A nosostros nos pasa lo mismo.
Supongo que este asunto no ha concluido y ya sumamos otra ciudad abierta al odio y el terror.
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