Difíciles tiempos nos ha tocado vivir. Familias enteras dejan sus lugares de origen buscando un lugar seguro; un lugar donde poder trabajar y progresar. El norte de África se vuelca en Europa y nosotros junto con miles de personas de todas partes del mundo -especialmente nuestra frontera sur- nos matamos y morimos por ingresar, documentados o no, a Estados Unidos de Norteamérica.
Ciertamente Estados Unidos fue, durante el siglo XX, el país más atractivo para quienes buscaban abrigo y progreso. País de inmigrantes, su acogida de grandes grupos de trabajadores y estudiosos llevó a hablar del "American dream" por el que todos suspiran.
¿De veras? Al haberme educado durante mi infancia en aquel país, lo conozco y admiro. Conozco su historia y me identifico con su ideal democrático. Entusiasmada con Barak Obama, ví en él una superación de perjuicios racistas y un reconocimiento a la inteligencia y la educación superior que sentía despreciada por la mayoría. Este par de años me lleva a dudar de mi apreciación inicial.
Día tras día escucho el desprecio de los gringos hacia el inmigrante. Qué decir de la supresión de los derechos sindicales de los trabajadores del estado en Wisconsin y, desde luego una enorme polarización de su sociedad referida a su presidente a quien desearían nacido en Kenya para echarlo a patadas y culpan de la enorme deuda que cargan sobre sus espaldas. ¡En tan sólo dos años, Barak Obama logró acumular una deuda estratosférica! Seguro que antes de Obama la deuda no existía en el país que en buena medida llevó al mundo a una crisis tan grande o mayor de la sufrida con la Gran Depresión.
Al tener que hacerle frente al problema, cosa que no hay nadie que considere inapropiado, los congresistas -los republicanos del Tea Party sobre todo- no reparan en subir los impuestos a los ricos o quitar subsidios a quienes poco las requieren como las compañías petroleras. Tampoco está dentro de sus miras salirse de Irak y Afganistán o retirar al personal que mantienen en Europa y Japón desde la Segunda Guerra Mundial.
La virulencia de la contienda interna se observó en forma descarnada la semana pasada con la dolorosa aprobación del presupuesto. Entre las últimas cosas que lo obstaculizaban estaba la minería en la cima de las montañas (mountain top mining), el uso de fondos gubernamentales para planeación familiar y medicina preventiva de atención a la mujer por tratarse de clínicas para fomentar el aborto, fondos destinados a la ecología para prevenir el calentamiento global y diversos renglones para la educación y la cultura. Lo anterior sumaba el .o1% del total pero preferían mandar a los burócratas a casa y cerrar el gobierno que aprobarlo.
¿Cosa de deuda o cuestión ideológica?
¿American Dream?
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