Me permito, con el permiso de Jorge Alberto Lozoya, transcribir la última entrada de este espléndido embajador de México.
Jorge Alberto Lozoya
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Lunes 28 de enero de 2013
FIN DE COMISIÓN DIPLOMÁTICA
A otra cosa, mariposa.
Dicho popular mexicano
Escribo mientras transcurre la festividad de Thaipusam, durante la cual la religión
hindú celebra a Murugan, dios hijo de Shiva y comandante de las fuerzas del bien en
eterna lucha contra sus malvados e irreconciliables enemigos. Las Cuevas de Batú,
principal santuario de esa fe en Malasia ubicado en pleno corazón de Kuala Lumpur,
reciben a cientos de miles de peregrinos que acuden para agradecer favores de la
poderosísima deidad. Es día de asueto nacional.
El 31 de enero de 2013, habrá terminado mi misión como Embajador de México en
Malasia. Me voy satisfecho; este bello país se ha constituido en el principal socio de
México en el Sudeste Asiático, con una balanza comercial de seis mil millones de
dólaresanuales. La cooperación educativa y cultural prospera; la compatibilidad de
posiciones en los organismos multilaterales sigue siendo notable.
Un número creciente de mexicanos busca y obtiene empleos interesantes y
redituables enel vigoroso mercado malasio. Ello propicia el surgimiento de amistades
y conforma la experiencia vital de nuevas familias constituidas de manera plural
y franca.
Estoy profundamente agradecido por la invaluable oportunidad de haber
colaborado en el estrechamiento de las relaciones mexicanas con Malasia, así
como en el muy activo diálogo de nuestro país con Asia Pacífico.
Durante el honroso empeño de acercar a nuestras dos naciones, aprendí a admirar
los incansables esfuerzos que Malasia despliega para avanzar su crecimiento
económico. No dudo que alcance la meta de obtener el status de nación plenamente
desarrollada en 2020. Vine aquí por primera vez en 1968, diez años después de la
Independencia nacional; a partir de entonces y de manera recurrente he sido
testigo de los prodigiosos logros de esta sociedad pluriétnica, multicultural y r
espetuosa de todas las religiones que su devota población profesa.
Montesquieu señala que Moctezuma le dijo a Cortés que si la religión cristiana era
buena para los españoles, la mexica era mejor para su pueblo. Bajo similar y sabia
máxima acontece aquí la convivencia de musulmanes, hindúes, budistas y cristianos,
cada quien atendiendo a sus dogmas y ritos, cuidando de no afectar al vecino
que -casi seguramente- cree y piensa diferente.
Este es el siglo de las reivindicaciones asiáticas. Desde mi juventud predije que
así sucedería. Gracias a la generosidad del Gobierno de México durante más de
cinco años pude convivir con tan fascinante proceso, que cambiará la historia
del mundo.
Ahora es tiempo de volver a casa.
BIENVENIDO JORGE ALBERTO
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