sábado, 30 de agosto de 2008

EL ARTE DE LO POSIBLE

Esta es la definición de política que siempre me ha parecido más adecuada. El idealismo liberal de mis juventudes del que recibí tantos golpes me ha blindado a piedra y lodo. Por ello, al empezar a adentrarme en la campaña política de Estados Unidos, pensé que la más adecuada para encabezar la candidatura demócrata era Hillary Clinton. Tenía experiencia y un colmillo más que retorcido. Se las sabe todas. No importa de donde le llega el golpe: sea por la derecha o por la izquierda lo sabe esquivar y en la política llueven golpes; y no sólo desde la derecha o la izquierda.
En mi encuentro con Barak Obama retrocedo. ¿Nostalgia? Ahora leo a cuanto bloguero me merece la pena y los comentarios que suscita. El jueves pasado leía los del Washington Post anteriores al discurso del estadio de Denver y los cientos de notas contrarias al candidato a ungirse. Por su parte, el Economist de la semana pasada planteaba problemas demoledores, entre otros asuntos, una ingeniosa falta de especificidad (“ingenious lack of specificity”); una agenda que nunca se ha planteado reformas serias; alejado del estadounidense común y corriente y un pragmatismo que lo hace moverse al ritmo de la música que le tocan sin importar que sea liberal o conservadora. (Lo del pragmatismo no me parece necesariamente negativo.)
Sigo bajo el embrujo de Obama con la esperanza de recuperar mi juvenil idealismo.

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