Como parvadas de pájaros malignos, de domingo a domingo delante de mi, detrás de mí y a los lados, docenas de motociclistas zigzagueantes ponen en peligro la vida de mis nietos, la de mis hijos y la mía propia, junto con la de los demás conductores que transitan las carreteras mexicanas. Seguramente ellos tampoco tienen por qué cumplir con los reglamentos de tránsito que señalan un límite a la velocidad, cambios de carril, o cualquier otra tontería como esas. Finalmente, ¿quién puede alcanzar a un bólido que transita entre 160 y 180 kms. por hora?
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