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Hace unas semanas, los ataques al Presidente Obama se centraban en dudas sobre su nacionalidad. Los periódicos publicaron su acta de nacimiento pero aquello no convenció. Hubo incluso algunos que dudaron que Hawaii fuera un estado de la Unión Americana. La ignorancia es rampante.
Encanchados en sus ataques, los republicanos se preparaban para darle la puntilla al presidente propagando mentiras sobre la propuesta de reformas al sistema de salud y las vacaciones de verano parecían propicias para ello. Los congresistas estadounidenses se reunirían con las comunidades de sus respectivos estados para explicar el proyecto de reforma a la inexistente seguridad social del país, pero no contaron con la virulencia de los lobos desencadenados por los poderosos lobistas de las aseguradoras.
Encanchados en sus ataques, los republicanos se preparaban para darle la puntilla al presidente propagando mentiras sobre la propuesta de reformas al sistema de salud y las vacaciones de verano parecían propicias para ello. Los congresistas estadounidenses se reunirían con las comunidades de sus respectivos estados para explicar el proyecto de reforma a la inexistente seguridad social del país, pero no contaron con la virulencia de los lobos desencadenados por los poderosos lobistas de las aseguradoras.
Desde hace un par de semanas, las televisoras del vecino país se encargan de mostrar la peligrosa agresión de personas desinformadas gritando: "van a utilizar nuestro dinero para promover el aborto"; "¡un pánel de la muerte va a desconectar a mi abuelita!"; "¡no quiero que mi país abrace el comunismo!". Ninguno quiere escuchar razones y, si las escuchan, no las creen. (No sé por qué me recuerda a las discusiones del Comité de Huelga de la UNAM pero a lo bestia.)
Las imágenes son dramáticas. En pequeñas pantallas -y no tanto- aparecen swásticas, hombres enpistolados y desafiantes, ancianos preocupados y mujeres violentas. A través de Twitter, Sarah Palin dice a su público que; con la reforma propuesta, niños discapacitados como el suyo van a carecer de apoyo. Hay que evitar a toda costa que el Estado meta sus manotas en el sistema de salud.
Lo cierto es que se han aprobado 4 propuestas de reforma en la Cámara de Representantes y nadie las conoce. Resulta curioso -y sumamente preocupante- que un equipo gubernamental de excelencia, como el de Obama, no haya presentado un programa puntual, con pelos y señales, por buscar el apoyo bipartidista.
Estas manifestaciones populares no tardarán en salirse de madre.
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