En las reseñas sobre el atentado a Televisa, Monterrey, hace un par de días, comentaristas de los diversos medios de comunicación hablan y escriben de lo sucedido y del mensaje que reza: Ya dejen de transmitir nada más a nosotros. También transmitan a los narcomandatarios. Esto es un aviso.
En el diario Reforma, Granados Chapa relata que el problema de las agresiones a la prensa por parte de los narcotraficantes llevó al presidente y director general del Grupo Reforma, Alejandro Junco, a abandonar Monterrey para irse a vivir con su familia a San Antonio, Texas y que el director de noticias de Televisa, dirigió un mensaje de neutralidad a los "señores de la delincuencia organizada", a quienes aclaró que "no queremos nada contra ustedes". También acusó recibo del significado del ataque: "Entendemos muy bien el mensaje que nos ha dejado la delincuencia organizada" por lo que en adelante en esa casa harán su trabajo "con las precauciones" a que obliga ese tipo de mensajes.
El Universal nos hace saber que Televisa comprará chalecos antibalas para todos sus reporteros y, de acuerdo con la nota de Ciro Gómez Leyva en el periódico Milenio "como los censores de otras épocas, grupos del crimen organizado deciden hoy qué se puede cubrir y contar y qué no. A diferencia de aquélla, esta es una censura anárquica que varía región por región. Comenzó en el norte del país hace más de una década y se agudizó a mediados de 2005, tras del asesinato de la reportera Guadalupe García Escalera, de Radio Fórmula en Nuevo Laredo, y la desaparición de Alfredo Jiménez Mota, periodista de El Imparcial, de Hermosillo.
Los reporteros dejaron de firmar sus notas. Y luego dejaron de hacerlas. Aquí se dio cuenta (el 25 de septiembre y el 1 de octubre del año pasado) del código no escrito que rige en la mayor parte del centro-norte de la República: no hablar de los cárteles, no mencionar a familiares de los narcos, no hablar de nuevos narcos…
Poco es, además, lo que los medios nacionales escritos y electrónicos pueden hacer."
Los reporteros dejaron de firmar sus notas. Y luego dejaron de hacerlas. Aquí se dio cuenta (el 25 de septiembre y el 1 de octubre del año pasado) del código no escrito que rige en la mayor parte del centro-norte de la República: no hablar de los cárteles, no mencionar a familiares de los narcos, no hablar de nuevos narcos…
Poco es, además, lo que los medios nacionales escritos y electrónicos pueden hacer."
Anoche, los reunidos en el programa Tercer Grado de Televisa, (el propio Ciro, Joaquín López Dóriga, Denise Maerker, Carlos Marín y Adela Micha) defendieron curiosamente su profesión -y digo curiosamente porque entiendo el miedo pero no la defensa.
Joaquín señaló con puntualidad cual es la función de un periodista y pidió a las autoridades que detengan a los responsables deduciendo, con toda razón, que bien podían haberlos detenido antes ya que el coche desde el que habían lanzado las granadas y balazos estaba a la vuelta de la esquina. Por su parte, Denise apuntó que "hay una exigencia clara por parte del crimen organizado de incidir en la forma que los medios le damos a conocer la información que tiene que ver con esta guerra entre el crimen organizado y el Estado". Tanto Joaquín como Denise y Ciro hablaron de su derecho a opinar sobre lo que es noticia y la libertad de expresión a que todos tenemos derecho. De lo que Adela Micha dice mejor ni acordarnos -o más bien ni quien se acuerde.
Por su parte, Carlos Marín dijo que él era periodista y escribía sobre la noticia. Más aún: que si los narcos deseaban inculpar a mandatarios, que bien podían dar sus nombres para que, con todo gusto, escribir sobre ellos. Me parece que fue el más atinado y mire que generalmente me parece el más feudal y bruto. ¿Pero que los narcos le digan quienes son? ¿De parte de quién?
Responder al requerimiento de los narcos es una insensatez que no entiendo. La noticia se apunta y san se acabó. Si se quiere opinar, hay que ir a la columna de opinión -valga la redundancia- o, cual débil mortal, acudir al blog. Si se es periodista, lo que de plano no se puede hacer es decir que poco se puede hacer.
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