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Intolerante, presumido y, por qué no decirlo, codísimo, Ricardo fue, además de pintor de gran talento, un personaje encantador, simpatiquísimo, ocurrente, enterado de cuanto chisme corría en el mundillo cultural pese a que salía poco de su casa y capaz de imitar a Fernando Gamboa, Raquel Tibol y, sin duda, Berta Taracena (a quien hasta yo puedo imitar). Visitarlo en su espléndido estudio y pasarse la mañana o la tarde oyéndolo hablar, contar todo, subir y bajar enormes lienzos era un verdadero placer para los que acudíamos a la casa de Las Águilas.
En una ocasión me enseñó el enorme tríptico que había regalado al Museo de Antropología. Iba con su cardiólogo, cuyo nombre no recuerdo y de repente, la gran obra de Ricardo dejó de ser ascética para volverse totalmente erótica y lo comentamos allí. ¿Ricardo y el erotismo? ¿A sus ochenta y muchos años? Pues sí. Eso me pareció y claro, estaba de maravilla. ¿Por que no?
En una ocasión me enseñó el enorme tríptico que había regalado al Museo de Antropología. Iba con su cardiólogo, cuyo nombre no recuerdo y de repente, la gran obra de Ricardo dejó de ser ascética para volverse totalmente erótica y lo comentamos allí. ¿Ricardo y el erotismo? ¿A sus ochenta y muchos años? Pues sí. Eso me pareció y claro, estaba de maravilla. ¿Por que no?
2 comentarios:
HolA TERE;
Como no nos veremos mañana y te leo ahorita (coincidentemente yo tengo que escribir slgo sobre R. Mtz), aprovecho para felicitarte por tu nota sobre el pintor y saludarte; ya pico cebolla para mañana, otro día te tocará.
María Helena Noval
Thank you for this beautiful article. I love his work, such a pitty there are not many images on internet.
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