lunes, 12 de enero de 2009

RICARDO MARTÍNEZ

Ayer, 11 de enero, murió Ricardo Martínez de Hoyos. A sus 90 años, Ricardo seguía pintando sus enormes figuras indígenas que al final se volvieron casi transparentes gracias al preciosismo de su pincel. Olvidado dejó aquel maravilloso ángel que se conserva en casa de mi tío Joaquín; lejos quedaron los paisajes del campo mexicano de casa de mis padres cuando Ricardo se adentra en esas figuras que ocuparon casi cinco décadas de su prolífica existencia y que ya se apuntaban en 1950 con La Sábana.
Intolerante, presumido y, por qué no decirlo, codísimo, Ricardo fue, además de pintor de gran talento, un personaje encantador, simpatiquísimo, ocurrente, enterado de cuanto chisme corría en el mundillo cultural pese a que salía poco de su casa y capaz de imitar a Fernando Gamboa, Raquel Tibol y, sin duda, Berta Taracena (a quien hasta yo puedo imitar). Visitarlo en su espléndido estudio y pasarse la mañana o la tarde oyéndolo hablar, contar todo, subir y bajar enormes lienzos era un verdadero placer para los que acudíamos a la casa de Las Águilas.
En una ocasión me enseñó el enorme tríptico que había regalado al Museo de Antropología. Iba con su cardiólogo, cuyo nombre no recuerdo y de repente, la gran obra de Ricardo dejó de ser ascética para volverse totalmente erótica y lo comentamos allí. ¿Ricardo y el erotismo? ¿A sus ochenta y muchos años? Pues sí. Eso me pareció y claro, estaba de maravilla. ¿Por que no?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

HolA TERE;

Como no nos veremos mañana y te leo ahorita (coincidentemente yo tengo que escribir slgo sobre R. Mtz), aprovecho para felicitarte por tu nota sobre el pintor y saludarte; ya pico cebolla para mañana, otro día te tocará.
María Helena Noval

Magda Vacariu dijo...

Thank you for this beautiful article. I love his work, such a pitty there are not many images on internet.