La imagen del Presidente Obama pintando un refugio en Washington un día antes de su toma de posesión me remiten a un pasado para muchos remoto. Me refieron a María Esther Echeverría con una escoba, barriendo una calle de Irapuato mientras sus habitantes la miraban sentados en la banqueta. Se había roto una presa cercana y nadie era capaz de levantar un dedo. Encima la criticaron por hacer algo indigno de una primera dama.
El Presidente estadounidense y la Primera Dama mexicana de los años setenta ayudaron a sus semejantes aportando su trabajo. Al primero lo llamaron peyorativamente organizador comunitario durante su larga campaña y a la Compañera María Esther, mesera de Sanborns.
A ellos no les restó nada trabajar para los demás. Nosotros ni siquiera sabemos cuidar lo nuestro. ¿Podríamos siquiera aprender a poner la basura en su lugar? ¿Sería posible que los muchachitos respetaran las paredes recién pintadas de sus vecinos?
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