viernes, 16 de enero de 2009

NUEVAMENTE LOS °

Esto de los grados de separación que había olvidado muchos años, recupera vigencia en mi vida. Volví a salir de viaje a finales de diciembre. Gracias a la generosidad de mis amigos, me trasladé a Nueva York donde pasé unas vacaciones deliciosas yendo al teatro, a la ópera y al concierto de año nuevo en Lincoln Center, al cine y, obviamente, a revisar los ofertones de las tiendas neoyorquinas en plena crisis. De vuelta a México, donde no hará tanto frío pero parece, me toca estar junto a una chica obviamente china que viajaba con varios compañeros. Acordándome de mi experiencia al regresar de Denver a principios del pasado mes, mi vocación investigadora me incita a la plática. Lo único que tengo yo que ver con una joven china de unos 25 años, es que las dos viajamos al Distrito Federal en Aeroméxico el 6 de enero. (Aunque esto también puede considerarse un grado de separación.)
Empiezo por preguntarle si el grupo viene a México a pasar unas vacaciones. "No", me dice. "Venimos a hacer un proyecto."
Al observar que no todos son chinos, le pregunto que de dónde vienen. "Yo soy china como otros de mis compañeros, pero viene un japonés, un coreano, un italiano, un rumano (?) etc." En fin, eran diez los que llegaban a México a lo del proyecto y venían de Rotterdam.
Ya lo de Rotterdam me hizo subir la antena. ¿Qué hay o se estudia en Rotterdam para estos jóvenes que ya intuyo en un posgrado vengan a México? En el momento que ella me decía, yo sabía: arquitectura.
Los muchachos venían a hacer un proyecto sobre grandes ciudades, en un estudio con la Ibero. Verían, desde luego, a mi amigo José Luis Cortés, Director de Arquitectura en esa institución. Otro gran amigo, Eduardo Carrera, estudió arquitectura en Rotterdam -Baucentrum (?)- con Rem Koolhaas estudió Fernando Romero. El asunto ya cobraba mayor interés y ameritaba dejar de ver la película, aceptar que no había chicken or pasta para cenar sino un sanwichito (cosa de la que habríamos de quejarnos) y proseguir con la plática saludando al resto del equipo. Antes del aterrizaje ya me había enterado del proyecto y acordé invitar a los chicos a mi casa con los arriba mencionados.
Hablé con Carrera, con Cortés y procedí a la invitación. Carrera se rió y me dijo que hablaba de brujería. Le cité a Samuelson (. . .si la Standard Oil de Texas se pone en huelga, los nativos de la isla de Fiji. . .) pero le interesó saber lo que estos alumnos del Instituto Berlangue de Rotterdam estudiaban y proyectaban 50 años después de él. José Luis conocía el proyecto bien y de buena gana aceptó la invitación. También invité a Eduardo Rincón Gallardo, otro antiguo estudiante de arquitectura en Rotterdam y a Jan Hendrix, excelso holandés errante.
Debimos habernos reunido el pasado miércoles por la nochecita. Había comercio y bebercio. Los imponderables ponderables impidieron la reunión.
Pero ¿a que sí existen los seis grados de separación? Tendría que irme a Finlandia o Australia para seguir con la investigación.

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