martes, 28 de julio de 2009

ESTADOS UNIDOS Y LAS MINORÍAS

Hace unos días, el Presidente Obama se metió en un problemilla que, dicho sea de paso, podría haberse ahorrado dado el cúmulo de asuntos que tiene entre manos. Para el relato de lo ocurrido y, con la gracia de quien lo explica bien, me pongo en manos de Eugene Robinson, Premio Pulitzer, que escribe para el Washington Post y acostumbro escuchar en MSNBC, la parte de la cadena estadounidense NBC que se dedica a relatar los acontecimientos políticos del vecino país.
Resulta que un profesor de la excelsa Universidad de Harvard tuvo a bien pelearse con un policía y lo entambaron. Suena fácil pero no fue así: el Profesor (con mayúsculas) de Harvard era Henry Louis Gates Jr. ("Skip" Gates), superestrella de esa universidad que da la casualidad que es de raza negra -o afroamericana.
El personaje que nos ocupa, llegaba a casa después de un cansado viaje a China donde grabaría su último documental. Al ir a abrir la puerta, Skip se da cuenta de que se le olvidaron las llaves y se le ocurre forzar la puerta. Lo anterior se observa por un vecino (o vecina) que, cívicamente indoctrinada, llama a la policía. La policía llega, el arrogante profesor se pasa a molestar, llama al policía (obviamente blanco) racista y acaba en el bote. (Favor de leer cómo lo cuenta Robinson, quien nos ilustra la importancia del Profesor Gates, relatando que después del desencuentro, había tenido que irse a recuperar a Martha´s Vineyard, lugar de mucha alcurnia en Nueva Inglaterra.)
Y, ¿qué hizo el Presidente Obama para meterse en ese lío? Pues durante una conferencia de prensa para hablar de su ansiada reforma al sistema inexistente de salud, contestó al reportero que preguntó por el caso Gates, diciéndo que el policía que lo había llevado a la carcel había actuado de una manera estúpida.
A renglón seguido, los policías -blancos- de Cambridge se pasaron a molestar.

Igualito que si hubiera pasado en el Altiplano.

Colofón: El Presidente Obama invitó al policía y a Skip a la Casa Blanca para echarse unas chelas el jueves. Sin duda la mejor forma de solucionar un problema.


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