jueves, 2 de octubre de 2008

LA NIETA

En presencia de Sus Altezas Reales los Príncipes de Asturias, ayer, 1o. de octubre, se conmemoraron 70 años de una institución que comenzó siendo otra. DE LA CASA DE ESPAÑA A EL COLEGIO DE MÉXICO, 70 años de investigación y docencia, serían recordados en el espléndido edificio que para El Colegio diseñaran los Arquitectos Zabudovsky y González de León, camino al Ajusco.
Presente, escuché parte de mi historia personal. En octubre de 1938, mi abuelo, Enrique Diez-Canedo, tomó la difícil decisión de abandonar España para aceptar la invitación de dos amigos queridos, Alfonso Reyes y Daniel Cosío Villegas. Se le invitaba a participar en una ambiciosa empresa: la creación de un centro cultural y científico que, de acuerdo con la lectura de Javier García Diego, Presidente de El Colegio de México, "nació en 1938 como un proyecto temporal que Daniel Cosío Villegas le propuso al entonces presidente Lázaro Cárdenas. El proyecto consistía en invitar a un grupo de intelectuales españoles para que vinieran a dar conferencias a las universidades públicas mexicanas mientras concluía la Guerra Civil en España, donde gobernaban los republicanos. Cárdenas vio en esa iniciativa –explica Garciadiego– “una oportunidad para consolidar su política internacional humanitaria”.
El abuelo Enrique había estado en México un par de veces antes y le gustaba. En una carta que envía a Alfonso Reyes en 1932, se refiere elogiosamente a Pérez Martínez, Mariano Silva y Manuel Toussaint para terminar escribiendo
"¿qué le diré de lo que he conocido del país?
¡Delicia enorme del Valle de México!
Cuernavaca, Puebla, Tlaxcala casi no tienen secretos para mí.
Poseo una buena colección de pirámides:
Teotihuacan, Cholula, Tenayuca, Tepozteco (¿), la Peña Pobre.
El arte mexicano antiguo me parece algo grandioso e imponente.
A bordo del Siboney, (nada más romántico que ese nombre), los abuelos llegaron a Veracruz el 12 de octubre de 1938 con sus dos hijas, María Teresa y María Luisa, a cuestas y, por supuesto, conmigo. A recibirnos estaban Alfonso y Manuela Reyes y los Cosío: Daniel y Ema. Al conocer la biblioteca de Reyes, sería el abuelo quien la llamaría Capilla Alfonsina. A la abuela, mi madre y a mí, Alfonso nos llamaba Teresa, Re Teresa y Reque Teresa. Desprovistos de todo, Manuelita y Ema hicieron de madrinas generosas y los muebles que Manuelita regaló a los abuelos aún siguen por ahí. Por desgracia no me puedo olvidar de un espeluznante juego de té chino pues muchos años después había uno igualito en casa de mi suegra. Con Alfonso y ya enfermo, el abuelo pasaría horas en el hotel Marik del zócalo de Cuernavaca disfrutando aquellos maravillosos laureles que algún hotentote tuvo a bien matar. Sería allí mismo donde recuerdo al poeta poco después de casarme. Fascinado estaba entonces camelando nada menos que a ¡Sarita Montiel!
A los Cosío los he visto siempre pues a la amistad con los abuelos, siguió la de mis padres (mi padre, quien llegaría en 1939 con el tío Enrique -después llegaría Joaquín- trabajó varios años con Cosío en el Fondo de Cultura) y la mía propia con la terribe Ema, cometa Haley que recorre el paisaje de San Cristobal a esta ciudad con poco ángel ya. Veces más y veces menos, para ellos siempre fui La nieta. Ayer, en las conferencias que nos regalaron una vez concluida la visita real Clara Lida, Antonio Alatorre y Jorge Silva, sería Ema hija la que nos hizo levantar a Angelines Gaos y a mí para hablar de esa larga amistad. Me llamó, por supuesto Tere Diez-Canedo. En ese círculo, soy hija de padre desconocido, no digamos de marido e hijo. Soy la nieta.

P.D. El abuelo murió el 6 de junio de 1944 cuando, al desayunarse frente al periódico, leyó en titulares la noticia del desembarco de los aliados en Normandie.

P.P.D. Ayer, Francisco Gómez Ruiz me regaló el libro Conversaciones Literarias - Antología, que publica El Colegio de México como ". . .una manera de rendir homenaje al eswcritor trasterrado, vinculado a El Colegio de México en sus primeros años y una manera de conmemorar los 70 años de la fundación de nuestra institución, en 1938, como La Casa de España".

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