sábado, 14 de marzo de 2009

DON GIOVANNI

Me gustó mucho la puesta en escena de Don Giovanni en la inauguración del Festival del Centro Histórico. La erótica bacanal que este héroe malogrado del machismo produce está planteada con mucha gracia y, ¿donaire?
Ya sabemos que Leporello siempre se lleva los aplausos. Es el más simpático y un bajo como Mikhail Kolelishvili logra, por supuesto el favor del público. El barítono estadounidense Christopher Schaldenbrand, además de lucir un cuerpo escultural, cumple bien con el papel y la partitura y la canadiense Kimy McLaren es una digna Donna Elvira. Tampoco desmerece la mexicana Lucía Salas en el papel de Zerlina. Dicho lo anterior, debo indicar que me pareció verdaderamente infame la rumana Catarina Coresi a quien le toco en juego interpretar a Donna Anna. Empezó y terminó desentonada con uno que otro acierto y, desde luego, el volumen con que entona (¿?) todo, tuvo la habilidad de acabar con el sexteto del 2° acto. Sólo a ella, desentonada y gritona, se la oía.
¿Me habré equivocado en mi juicio de la soprano? Me cuestion al hablar de este estreno con Jaime, mi hermano el músico (también Javier lo es pero no ejerce). Él me comentaba que le habían hablado muy bien de la presentaciónM. Hoy sábado, tranquila y en mi jardín yautepequense, escucho nuevamente Don Giovanni. Jaime: ¿quién te dijo que había estado bien interpretada? Voto por Philip Pickett, el director concertador, por el vestuario, la puesta en escena y destaco la presentación del bajo, el barítono, Donna Elvira (McLaren) y Lucía Salas. Pero, por favor, el señor Pickett tenía que haber encuadrado a la señora Coresi. ¿O no se puede?
Otra pregunta: ¿por qué son parejos los aplausos? ¿No gustan más unos que otros? ¿A todos hay que aplaudirles?

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