El pasado domingo leí una reseña en El País que quiero compartir con los que no la hayan visto.
Comenta Miguel Mora que hace un par de años, ante la rechifla que escuchaba en plena Celeste Aida, el tenor Roberto Alagna, se volteó hacia el público, dijo ciao, y se fué para no volver. Es decir, no aguantó nada.
Pero aún más, J. A. Vela del Campo, escribe que el tenor acaba de reaparecer en el Real de Madrid con el siguiente resultado, cito:
Para su presentación en el Teatro Real de Madrid, escogió un programa íntegramente dedicado a Verdi, lo que hacía prever que venía a batirse el cobre, algo de agradecer. El público lo recibió con simpatía. Únicamente tenía que seducir cantando. Alagna no aprovechó la ocasión.
Hubo tres momentos significativos. El primero fue precisamente Celeste Aida. El tenor la repitió y no porque el teatro se viniera abajo, sino más bien, supongo, para mejorar la calidad del primer intento. Se empezaban a hacer palpables las debilidades más o menos encubiertas hasta ese momento en arias de Macbeth, I lombardi y La fuerza del destino. No vino a cuento la insistencia en Aida, pero al menos se veían ganas de triunfar, quizá hasta desesperadas. El segundo momento conflictivo vino con Questa o quella, de Rigoletto, que el tenor cantó peor que cualquiera de sus arias anteriores, lo que suscitó alguna protesta y un grito de esos que cortan la respiración: "A aprender al conservatorio". El tercer momento fue el Exultate, de Otello, donde tenor, orquesta y coro bordearon el naufragio.
Hubo tres momentos significativos. El primero fue precisamente Celeste Aida. El tenor la repitió y no porque el teatro se viniera abajo, sino más bien, supongo, para mejorar la calidad del primer intento. Se empezaban a hacer palpables las debilidades más o menos encubiertas hasta ese momento en arias de Macbeth, I lombardi y La fuerza del destino. No vino a cuento la insistencia en Aida, pero al menos se veían ganas de triunfar, quizá hasta desesperadas. El segundo momento conflictivo vino con Questa o quella, de Rigoletto, que el tenor cantó peor que cualquiera de sus arias anteriores, lo que suscitó alguna protesta y un grito de esos que cortan la respiración: "A aprender al conservatorio". El tercer momento fue el Exultate, de Otello, donde tenor, orquesta y coro bordearon el naufragio.
Esas son crónicas, lo demás son tonterías.
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