lunes, 28 de julio de 2008

GOOGLE Y LA ESTUPIDEZ

Hace un par de semanas, Manuel Farill me envió un artículo del Atlantic Monthly que se titula Is Google Making Us Stupid? con el cual su autor, Nicholas Carr, se pregunta si Google nos está llevando a la estupidez. Durante años, dice Carr, ha tenido la sensación de que algo o alguien se ha estado metiendo en su cabeza y reprogramando su circuito neuronal. No está perdiendo la memoria pero la está cambiando. Ya no se concentra tanto en el argumento prolongado que se desarrolla a lo largo de un libro sino que, después de dos o tres páginas, pierde el hilo y empieza a pensar en otra cosa. Deja de leer libros para dedicarse más a las revistas y los artículos.
Como me está pasando lo mismo ya tengo algo o a alguien a quien culpar: paso demasiado tiempo en internet y Google, contestando o mandando correos electrónicos y buscando a través de Google información acerca de lo que me interesa. Ahora me doy cuenta que, como en este breve párrafo en que acabo de meter dos links, mi cabeza se dispersa yendo del blog de Farill al artículo de Carr y, en este último, procediendo a cuatro links más, con lo cual no me da la vida para empezar a leer el último libro de Carlos Ruiz Zafón ni terminar el libro sobre la familia Bin Laden que también me envió Manuel.
En otro tenor pero también orientado hacia los peligros del internet, un artículo del Economist de la semana pasada cuestiona su utilidad en la investigación científica. En "Las grandes mentes piensan (excesivamente) igual" se indica que a medida en que se dispone de más revistas en la red, las referencias científicas citan cada vez menos artículos y los mencionados tienden a ser los más más recientes. Dado que el mundo de la investigación exige publicaciones, y el que no publica puede darse por muerto, estos índices o listados de referencias se convierten, dice el Economist, en un pelotón de fusilamiento ya que la influencia de una investigación se mide por el número de veces que se cita. El sociólogo James Evans ha descubierto que por cada año adicional que una revista se encuentra disponible en internet, la edad de los artículos citados disminuía en un mes. Evans calcula que la disponibilidad en red de una revista durante 5 años, significará una caida estrepitosa en el número de artículos que reciben una o más citas, esto es entre 600 y 200 citas anuales, con lo cual la ciencia moderna sólo se está enfocando a una mínima parte de la misma.
¿Sabremos cada vez más sobre cada vez menos, hasta saberlo todo de nada?

1 comentario:

drapino dijo...

Tb leí el artículo de Carr, me parece que la parte más interesante no es la distracción -uno se distrae mirando al gato- sino lo que llama el adelgazamiento del pensamiento. Es decir una lectura interferida desde la esquina del ojo derecho por los links.
hay muchas conjeturas críticas sobre los efectos de los buscadores, principalmente google, no he probado el cuilt, o algo así que es, dicen, el que está en la punta.
Creo que para situarse en una perspectiva correcta hay que leer Fedro y saber mirar las grandes revoluciones cognitivas