domingo, 31 de mayo de 2009

DE LA FONDA DEL RECUERDO

A principios de los setenta -del siglo pasado-, siendo Luis Echeverría, Presidente de la República, una noche acostumbrada llegó a casa Gustavo Petricioli. El hombre se veía derrotado.
Como no había gran cosa de cenar, le ofrecí unos huevitos pensando a mis adentro una buena omelet. Gustavo más bien quería una copa y me imagino que de lo que fuera. Quería, sobre todo, contarle a los amigos la preocupación que lo embargaba.
Hace casi cuarenta años, el narcotráfico no era nuestro problema. Pero sí lo era el contrabando y Gustavo era el Subsecretario de Hacienda que se ocupaba de esos asuntos. El día -o la noche de la que hablo- Gustavo creyó haber dado un golpe fantástico: había logrado la información necesaria para apresar a unos chiveros que tenían su centro de operaciones en San Luis Potosí y, por la mañana, había llamado al Presidente Echeverría a Los Pinos para anunciarle que, en un par de horas, los delincuentes serían apresados. Y. . ., los federales de Hacienda habían llegado y. . . lo único que habían encontrado eran la huellas de vehículos pesados saliendo del lugar.
MORALEJA: NO TE QUEJES
O
¿QUIEN VA A CERRAR LA PUERTA?

No hay comentarios: